Viernes, 26 de Abril 2024

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Chistes sin gracia

Por: Gabriela Aguilar

Chistes sin gracia

Chistes sin gracia

Es curioso que por educación estemos obligados a reírnos de cosas que no nos producen gracia. A todos nos ha pasado con el jefe, un cliente, un profesor o hasta en una cita romántica. Sabemos que a veces conviene hacerse el simpático con tal de obtener algún provecho de eso (así sea únicamente que la otra persona se sienta bien, o en confianza). Pero hay ocasiones en las que reírse significa solapar algo que nos hiere a nosotros mismos o a la dignidad de otras personas. Participar en la broma es volverse cómplice de una situación que no debe ser admitida en ningún contexto.

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Eso es lo que sucede con los chistes machistas. Generalmente estas bromas retratan situaciones de desigualdad de la vida cotidiana: condenan a la mujer al ámbito del hogar por considerar que no tiene potencial para otra tarea; la vuelven un personaje inestable, incapaz de decidir; la humillan o la desdibujan en la vida sexual. Repetir estas bromas es generar una percepción y sabemos que la percepción se vuelve una realidad. Y, por cierto, una parte de esta realidad es la que necesitamos erradicar.

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¿Y por qué no deberían de provocarle gracia a nadie? Porque las mujeres nos enfrentamos a altos índices de agresión en los lugares donde deberíamos sentirnos más seguras. La Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares, realizada en el 2016 por el INEGI, revela que casi el 70% de las mujeres mexicanas ha sufrido violencia emocional, económica, física, laboral o sexual.

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Jalisco es uno de los estados por encima de la media nacional. Un estado que se ha declarado en alerta de género porque el principal agresor de la mujer es su propia pareja. Repito: su propia pareja. Ese hombre que en los chistes aparece dominando a “su mujer”, exigiendo que le cure las borracheras o lo atienda como es debido. ¿A alguien podría darle risa que el primer semestre de este año se haya registrado el número más alto de carpetas de investigación por delitos sexuales en Jalisco?

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Ese personaje femenino del que dependen los chistes es la representación de la mujer en las sociedades en las que vivimos. Es la broma que intenta justificar que no podamos salir a la calle con la tranquilidad debida (porque es “chistoso” faltarle al respeto a una mujer). Que le repite hasta el cansancio a los hombres que somos exageradas y que lo correcto es anular nuestra voz.

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No es chistoso porque estas bromas no son una invención: son el pan de cada día. Todos somos parte de los malestares sociales y, por lo tanto, somos también la cura. Necesitamos hacernos responsables de lo que decimos, pero también de lo que dejamos pasar. Pensar en lo que podría pasarle a nuestras madres, amigas, hermanas, o a nosotras mismas en el contexto que vivimos. Eso definitivamente corta la risa.

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