Viernes, 10 de Octubre 2025

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¿Carmen de Bizet...o de Nietzsche?

Por: El Informador

Por Franceso Milella

Después de Ravel, la temporada de ópera del Degollado propone otro título francés, un gran clásico: Carmen, de Georges Bizet, que se presentó por primera vez el 3 de marzo de 1875. Sobre la partitura, y sobre todo sobre su protagonista y su estética, se han escrito miles de páginas, infinitas teorías interpretativas y reflexiones filosóficas. Pero pocas, muy pocas valen realmente la pena de ser leídas y analizadas. Entre ellas las que Friderich Nietzsche elaboró en El caso Wagner. Un problema para los amantes de la música de 1888; un texto fundamental no sólo porque marca la ruptura definitiva de la fértil relación con Richard Wagner y su universo estético, sino también porque nos regala una interpretación fuerte, original y determinante para las evoluciones dramatúrgicas del siglo XX. El filósofo participó por primera vez en una representación de Carmen en Génova, Italia, el 27 de noviembre de 1881. Al día siguiente, en un estado de exitación estética, escribe una carta a Peter Gast, un compositor alemán de esos años, comentando con entusiasmo la ópera de Bizet: “Es la ópera más bella jamás compuesta”, “¡cómo nos hace perfectos esta ópera! ¡Escuchándola, nosotros mismos nos transformamos en una obra maestra!”.

Pero, ¿qué fue lo que provocó tanto entusiasmo en un filósofo como Nietzsche? En Carmen, el filósofo alemán no escuchó sólo una música sensual, apasionante y dionisíaca. En la obra de Bizet, Nietzsche vió la más perfecta transposición musical y teatral de su pensamiento. Wagner, quien había sido su gran pasión de los primeros años y punto de partida de libros como la Cuarta consideración intempestiva: Richard Wagner en Bayreuth (1876), había tomado con su última ópera Parsifal un camino diferente que ya no correspondía a sus ideas: el del cristianismo, considerado por Nietzsche como una forma de debilidad (él mismo había declarado la muerte de Dios en la Gaya ciencia de 1882... un año después de su primer contacto con Carmen). El gran pensador alemán necesitaba entonces algo mediterráneo, lejos de dioses germánicos. Necesitaba algo que fuera capaz de representar el espíritu libre y total, así como el impulso dionisíaco y enérgico del “superhombre”. Y lo encontró en la música de Bizet y en el libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy basado en la fascinante novela de Prosper Merimée. Carmen, el “superhombre” nietzscheano: una pobre cigarrera española que vive con pasión dionisíaca su realción con don José. Muere, asesinada por este último, afirmando su propia individualidad, su identidad de mujer con fuerza... sobrehumana. Esta es Carmen, un personaje sensacional que logra encarnar en todos su aspectos un mundo tan elaborado y heterogéneo como el pesamiento del último Nietzsche.
 

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