Viernes, 26 de Julio 2024

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Por: Jaime García Elías

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Elisa Ayón reapareció en escena...

Pisando la duela con más firmeza que sus acusadores, la regidora con licencia de Guadalajara dio, ayer, la nota: primero, al apersonarse en la Presidencia Municipal, decidida a reintegrarse a sus actividades; después, al aseverar que la licencia que se vio forzada a solicitar, es ilegal; más tarde, al pedir la intervención del alcalde Ramiro Hernández para que se le franqueara el paso a su oficina; finalmente, en virtud de que sus demandas eran sistemáticamente desoídas, al quebrar un vidrio, ingresar triunfalmente e instalarse en el que había sido su despacho.

-II-

El sainete del día fue propiciado, ante todo, por la tibieza de la autoridad municipal... Desde que se difundió que en el área de cementerios operaba de manera sistemática un esquema de corrupción, al traficar de manera irregular con los espacios —insuficientes ya— que van quedando en los panteones, y al propiciar eventualmente las exhumaciones clandestinas (lo que generó, como reacción, el célebre monólogo en que, al margen del lenguaje de carretonero —con todo respeto para los carretoneros—, la regidora Ayón conminaba a los trabajadores del área a que “agarren, pero repartan”), la pelota había quedado en la cancha de la autoridad.

Se suponía que, a partir de esos indicios, se realizaría una investigación seria. De hecho, de declaraciones de los empleados se desprende que los abusos y las irregularidades estaban a la orden del día, y que la señora Ayón no sólo estaba enterada de su “modus operandi”, sino formaba parte de la trama de corrupción... Había elementos suficientes, por ende, para presumir su posible participación en actos ilícitos, y para promover, en consecuencia, una vez que la licencia la privaba del fuero, una acción judicial en su contra.

-III-

La sangre de atole de los funcionarios que, a partir de los indicios disponibles, estaban siendo omisos al tomar las medidas orientadas a profundizar en la investigación, dio pie al enésimo acto —el de ayer— de un sainete que ya se va prolongando demasiado.

Falta saber si ha sido mera pachorra de los responsables de integrar el expediente del que podrían derivarse sanciones para todos los cómplices de ese sucio enjuague... o si la demora había sido una táctica dolosa, chapucera y deliberada, animada por la intención de que el asunto se olvidara y se agregara a los muchos en que la impunidad ha sido la norma, hasta ahora que la regidora movió pieza.
 

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