Entretenimiento | Lla gente saciada, sana, rica y famosa tiene tanta dificultad para buscar a Jesús, porque piensan que no lo necesitan Una cena no muy honrosa Los enfermos, los pobres, los hambrientos, los angustiados y los pecadores responden pronto a los llamados de Jesús para que lo conozcan Por: EL INFORMADOR 7 de junio de 2008 - 11:08 hs En el caso del relato del evangelio que leemos hoy, en Mateo 9,9-13 nos damos cuenta de la historia del llamamiento de un hombre llamado Mateo, el cual se dedicaba a cobrar impuestos a sus propios paisanos. No había peor manera de ganarse la vida, ya que recolectar tributos para los romanos era la peor de las traiciones que un judío pudiera cometer; por eso, una vez que un judío escogía trabajar como cobrador de impuestos, podía despedirse de la amistad y compañerismo de los demás, y su vida social quedaba relegada a convivir con otros publicanos como él. Nadie se acercaba a un cobrador de impuestos, a menos que fuera por la fuerza y con la obligación de pagar su correspondiente tarifa; todos los que se acercaban a la mesa de los tributos lo hacían maldiciendo y quejándose de los cobros, y aún en ocasiones amenazando a sus paisanos, que se encargaban de hacer este trabajo sucio para los romanos. Sin embargo, un día la historia cambió radicalmente, cuando un apacible Maestro venido de Galilea se acercó a la mesa en donde se encontraba Mateo, y le dijo la palabra más desafiante y transformadora que ser humano podría haber escuchado jamás: “Sígueme”. Detrás de la orden “sígueme” estaba el deseo de pasar tiempo juntos, lo que significaba la aceptación que nadie más hubiera querido darle al recolector de impuestos. Esa palabra que Jesús dijo, fue suficiente para definir la nueva vocación de Mateo, quien inmediatamente se levantó y lo siguió. Atrás quedaron las monedas del tributo, las cuentas alevosas y los abusos para con los demás; ahora venía la inmensa oportunidad de conocer al Maestro y aprender a vivir como Él. Ese mismo día, Mateo organizó una cena en su casa para honrar a Jesús. La cena es una buena oportunidad de honrar y agasajar a alguien a quien queremos agradar; cuando recibimos una invitación a cenar, por lo general anticipamos que disfrutaremos de una agradable velada, de unos alimentos sabrosos y de un tiempo de compañerismo y amistad. Lo curioso cuando Jesús llegó a cenar a la casa de Mateo, era que todos los invitados eran publicanos, o sea, de la misma actividad profesional que Mateo; incluso muchos de ellos tenían fama de pecadores. Esto escandalizó a la gente religiosa de la ciudad, ya que para ellos era inaceptable siquiera convivir con gente reconocida como pecadora; pero para su gran sorpresa, Jesús entró a cenar y se le veía relajado y cómodo entre la gente menospreciada por la sociedad. Por eso los fariseos confrontaron a los discípulos de Jesús respecto a cenar en casa de un publicano, pero Jesús mismo se encargó de darles la respuesta correcta y sabia: cuando un médico llega a casa, su tarea es atender a quien está enfermo, y no a quien está sano; de la misma manera Jesús (siendo el salvador del mundo) fue enviado a ayudar a quienes se encontraban llenos de problemas, pecados y enfermedades. Por eso el día de hoy la gente saciada, sana, rica y famosa tiene tanta dificultad para buscar a Jesús, porque piensan que no lo necesitan, mientras que los enfermos, los pobres, los hambrientos, los angustiados y los pecadores responden pronto a los llamados de Jesús para que lo conozcan. ¿A cuál grupo pertenece usted? ¿A los que buscan a Jesús, o a los que lo ignoran? Angel Flores Rivero "mailto:iglefamiliar@hotmail.com" _iglefamiliar@hotmail.com_ Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: ¿Acaso Dios encontrará fe en la tierra? Evangelio de hoy: Jesús se deja encontrar en nuestro sufrimiento Evangelio de hoy: El justo vivirá por su fe Evangelio de hoy: El inmenso abismo Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones