México impone su presencia en el Festival de Toronto

TORONTO, CANADÁ.- Latinoamérica dejó de ser únicamente un semillero de telenovelas para comenzar a expandirse hacia el mundo del cine, a tal punto, que el Festival de Cine de Toronto, en Canadá, le asignó un lugar destacado a las producciones de habla hispana, en reconocimiento a sus productores, directores y actores.

Y es que el mayor festival de cine de América del Norte presenta este año una cantidad récord de producciones provenientes de México, Argentina, Chile, Colombia y Uruguay.

Diana Sánchez, programadora de películas en español y portugués del festín fílmico aseguró que “este año, el lugar de los países emergentes es verdaderamente importante”.

Destacó además de que “hay más películas de Colombia que lo que tuvimos en 10 años y tenemos también dos filmes de Uruguay”.

Sea cual sea la forma que adopten (documentales, películas de autor o comerciales) estas producciones tienen en común el presentar realidades sociales hasta ahora poco mostradas.Por ejemplo, el filme Huacho de Alejandro Fernández Almendras retrata a una familia de campesinos chilenos que lucha por mantenerse a flote en el marco de los cambios producidos por la modernización del campo en el país.

El vuelco del cangrejo, de Oscar Ruiz Navia, arroja luz sobre las tensiones étnicas en la costa pacífica de Colombia, entre los pescadores negros y los propietarios blancos deseosos de transformar estas tierras en paraíso para los turistas.

Cruda realidad
La presencia de México va más allá de lo testimonial, y además de apostar por la dureza en los guiones, lanza varios gritos de denuncia. Uno de estos casos de presenta en el documental Presunto culpable, el mexicano Roberto Hernández realizó una investigación de largo aliento sobre los problemas de funcionamiento de la justicia de nuestro país, revelando que 70 por ciento de los prisioneros son condenados sin haber podido expresarse ante un juez.

Reabriendo el caso de un hombre encarcelado tras un proceso sumario, este joven profesor de Derecho se convirtió en improvisado cineasta y abogado, y filmó su camino en busca de obtener un proceso justo.

“Esto habla de un país que no tiene justicia o periodistas que realicen ese trabajo. El sistema judicial es una farsa y no comprendo por qué soy la primera personas en mostrar eso”, dijo Roberto Hernández, todavía sorprendido por haber sido invitado al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF).

Como Roberto Hernández o el argentino Adrián Biniez, presente en Toronto por la película uruguaya Gigante (Oso de plata, Gran Premio del Jurado en la Berlinale 2009), una gran cantidad de cineastas de la nueva ola de América Latina están recién en su primera obra.

“Es el resultado de cambios recientes, de nuevas leyes a favor del cine, como fue el caso en Colombia hace cinco años. Hay también más cooperación con productores extranjeros”, indicó Diana Sánchez.

Artísticamente, la nueva ola de América Latina está intrínsecamente vinculada a la multiplicación de los festivales de cine en la región: el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires fue creado hace una década, y el de cine contemporáneo de México hace seis años.

Esto da producciones originales. “Un cine más arriesgado”, estima Sanchez. Arriesgado artísticamente, como Hiroshima, el último filme del uruguayo Pablo Stoll que suprimió todos los diálogos, que sustituyó por algunos subtítulos.

Pero también arriesgado en primera acepción: El equipo mexicano de Backyard: El traspatio, entre quienes se encuentra la actriz Ana de la Reguera, recibió amenazas de muerte cuando filmaba este thriller que trata sobre los asesinatos en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.