Entretenimiento | El siglo XX marca la época de la imagen y con ella viene la búsqueda y exigencia de los grandes cambios MIRAR DISTINTO: Grabado y estampa El grabado deja de ser complacencia del espíritu y se convierte en un mensaje emocional provocador e inquietante hasta nuestros días. Por: EL INFORMADOR 23 de mayo de 2008 - 16:54 hs Por: Toni Guerra Primera Parte Por lo general suele usarse la palabra grabado para designar toda estampación artística, pero el término resulta incorrecto pues el grabado es justamente el resultado de la estampación de una plancha en la que se han efectuado incisiones ya sea en madera (xilografía) o en metal (grabado en hueco). Mas si la estampación se efectúa de dibujos realizados sobre piedra (litografía), seda o nylon (serigrafía), podemos observar que en éstas no se ha hecho ningún tipo de incisión; entonces, al resultado de la estampación no deberíamos llamarle grabado sino estampa. El grabado se remonta a los primeros trabajos prehistóricos (incisiones en piedra, cerámica, hueso, etcétera), pues la necesidad de grabar surge con el hombre; pero el reproducir el trazo grabado en otra materia -multiplicando el resultado obtenido por la incisión- supone siglos de civilización por lo que la historia del grabado debiera comenzar cuando la incisión grabada se estampa una y otra vez dando lugar a un “original múltiple”. (En un principio no se pretendía la reproducción de los grabados, ya que estos sólo eran utilizados como bajos o altos relieves decorativos). En Asia aparecen los primeros sellos grabados en cilindros de piedra con una antigüedad de cinco mil años y algunas estampaciones egipcias datan del siglo VIII a.C. Los juegos de cartas de baraja se pusieron de moda en Italia hacia el siglo XIII. En el siglo XV el grabado se utilizó para la propagación de estampas piadosas cristianas apareciendo los primeros libros de imágenes que ayudarían al trabajo lento y complicado de los amanuenses. Las ediciones comenzaron a ser un trabajo mixto ya que se mezclaban las imágenes hechas en xilografía, estampadas previamente sobre el papel, con los textos manuscritos coloreados y terminados con pincel por los copistas. Al poco tiempo aparecieron los libros xilográficos donde texto e ilustración se grababan en placas de madera (tabularías). A estas primeras ediciones se les denominó incunables (cuna), denominación que reciben todos los libros impresos antes de 1500. Los incunables xilográficos estaban destinados a un público popular y sus orígenes se encuentran en Alemania y los Países Bajos con títulos como: Ars moriendi, Apocalipsis y Biblia pauperum. El arte del grabado se siguió incorporando al libro, consiguiendo una mayor perfección técnica. En 1460 aparece el grabado en hueco o talla dulce y se le atribuye a Maso Finiguerra -orfebre florentino- su descubrimiento, al haber entintado las incisiones efectuadas en el metal y luego de limpiar la superficie de la placa, terminaba estampando la imagen en un papel humedecido con el auxilio de la presión de un rodillo suave. Es considerada como la mejor de sus obras La Coronación de la Virgen (1452), de la que existen actualmente dos reproducciones en el British Museum y en la Colección Rothschild. Cabe comentar que en el Gabinete de Estampas de Berlín, existe una Flagelación que data del año 1446, obra que podría ser el antecedente del descubrimiento florentino. Sabemos también que en el valle del Rhin trabajó un grabador conocido como el Maestro de las Cartas, gran burilista, quien se dedicó a representar figuras de cortesanos. Pero quien definitivamente tuvo mayor influencia en el posterior grabado alemán fue el Maestro E.S, de quien se conocen hasta 318 placas sobre los más variados temas. Sus más conocidos grabados se titulan: Jardín del amor y la Madonna de Einsiedeln. Este artista deja impresas las primeras características que distinguieron la gráfica alemana. Su influencia llegó hasta Durero y a la escuela italiana de Boticelli. De la misma época data la técnica crible (acribillado), grabado realizado sobre madera y placas de metal blando, generalmente plomo. La técnica consistía en trabajar por medio de un punteado hecho con punzón, obteniendo así grises y blancos por demás originales. Posteriormente el grabado en madera se enriqueció utilizando varias placas en búsqueda de volumen. Con la primera placa se estampaban las líneas en blanco y negro, y por medio de grisallas posteriores se conseguían diversas graduaciones de grises obteniendo obras ricas en la expresión tonal y texturas delicadas. Con la conquista de recursos técnicos y gracias a la paciencia de los maestros, hacia el siglo XVI el grabado ingresa a las ligas mayores del arte, sumándose a las otras disciplinas plásticas reconocidas hasta entonces. De ahí en adelante, la gráfica no sirvió exclusivamente para la ilustración de libros o a la estampería piadosa ni a las cartas de juego tan preciadas en los inicios, sino que propició el desarrollo de un mercado exclusivamente interesado en grabado y estampas. Este noble oficio desde sus inicios en Occidente hasta nuestros días, ha pasado por periodos de exaltación y decadencia. Por las posibilidades de expresión directa de la imagen y su gigante poder de expansión a través de sus múltiples originales, estas obras han servido como vehículo a los mensajes más diversos, ya sean espirituales, políticos, tecnológicos, sociales, o puramente estéticos. De igual manera, a través del tiempo ha sido utilizado como propagador de ideas: ha luchado en contra o a favor de la esclavitud y de la libertad, de las monarquías y de las revoluciones sociales. Repasar la historia de la gráfica es repasar la historia del hombre con sus aspiraciones, su entorno, sus tragedias y alegrías. Muchos de los encargos de pintura o escultura se apoyaron en obra gráfica de Rafael, Ticiano, Rubens, que entre muchos más, tuvieron talleres especializados en reproducciones seriadas. Existen además innumerables ejemplos donde constatamos que ciertos mensajes estéticos no tienen otra vialidad que el grabado: Las Pasiones de Durero, Los Disparates de Goya, Los Minotauros de Picasso, son un vivo testimonio de esto. Lo importante a señalar es que desde siglos atrás el grabado presenta también su parte negativa en los grabadores llamados “de reproducción” o “traductores”, quienes se dedicaban exclusivamente a reproducir la pintura, escultura o dibujo de otros artistas, lo cual les negaba la categoría de artistas verdaderos y se prestó a que muchos talleres de “habilidosos”, acapararan las páginas de la Historia del Grabado. La litografía en el siglo XIX, o la serigrafía y fotomecánica en el XX, han venido pasando por un proceso de decantación, ya que habiéndose utilizado en un principio como mero instrumento de ilustración, pasaron a ser manejadas por manos maestras que las han elevado a la categoría estética más pura. Al contrario de lo que pudiera pensarse, la aparición de las técnicas mecánicas han liberado al grabado y a la estampación de la carga de ser mero vehículo de apoyo, dando paso a la búsqueda puramente estética y experimental, lejos del sometimiento a causas ajenas a la función real y autónoma del arte. El siglo XX marca la época de la imagen y con ella viene la búsqueda y exigencia de los grandes cambios. El grabado deja de ser complacencia del espíritu y se convierte en un mensaje emocional provocador e inquietante hasta nuestros días. Sin embargo, insistiré en que no todo es vida y dulzura en este oficio; ya que, en la actualidad se ha confundido la firma de un artista sobre un grabado, con un autógrafo del autor del diseño. Las técnicas gráficas sean cuales fueren, exigen la presencia (dentro del taller) del artista que concibió la obra, no sólo la de los impresores. Es pues, indispensable afinar el ojo y los sentidos antes de adquirir una obra gráfica numerada, cerciorándose del profesionalismo y la ética de quienes están a cargo de los talleres gráficos, pues si bien es válido el auxilio de los técnicos, también es cierto que dadas las condiciones y facilidades actuales en el desarrollo de proyectos, cualquier listo puede hacerse pasar como grabador profesional. Temas Tapatío Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones