Sábado, 08 de Noviembre 2025
Entretenimiento | Las aspirantes participarón anoche en una pasarela en el centro comercial Plaza Altabriza

Lupita Jones impresionada por la belleza de Yucatán

La final de Nuestra Belleza México 2009 se llevará a cabo el próximo 19 de Septiembre en este estado

Por: NTX



MÉRIDA, YUCATAN.- La historia, cultura, tradiciones y belleza de Yucatán darán un toque especial y diferente al concurso Nuestra Belleza México 2009, cuya final se verificará aquí el sábado próximo, afirmó su directora, Guadalupe Jones.  

    "Yucatán ha sido un excelente anfitrión, nos han recibido con los brazos abiertos por lo que agradecemos las facilidades de las autoridades y prestadores de servicios para este evento", puntualizó.  

    "Cada entidad tiene su personalidad y su encanto, eso hace que cada evento sea diferente y en Yucatán estamos emocionados por lo que representa. Hemos recorrido diversos lugares y mostraremos la belleza de Yucatán", sostuvo.  

    A una semana de la llegada de las 34 participantes a territorio yucateco, Jones y las aspirantes siguieron desde esta ciudad la transmisión rumbo a la semifinal del evento, a realizarse el jueves 17 de septiembre próximo.  

    La bajacaliforniana, Miss Universo 1991, calificó los primeros nueve días en Yucatán como "excelentes" y se mostró lista para recibir los días por venir que definirán a la próxima representante de México en el máximo certamen de belleza mundial.  

    En tanto, las aspirantes participaron anoche en una pasarela en el centro comercial Plaza Altabriza, una de las más exclusivas del sureste, ante las miradas de unas mil personas.  

    Posteriormente, acudieron a una cena en su honor en la que se vieron proyectadas en uno de los programas previos a la máxima competencia nacional el sábado venidero en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI.  

    Este día, las participantes y el equipo de logística del evento acudirán a la cercana ciudad colonial de Izamal, una auténtica belleza arquitectónica y en la que el papa Juan Pablo II se dirigió a todas las etnias de América en un emotivo discurso el 11 de agosto de 1993.  

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