Entretenimiento | En el recreo siempre suceden cosas. Por eso nos gusta a todos. LO QUE VIENE A CUENTO: Nada por nadie Nélida, la niña más bonita de todo el salón, la mejor de todas las de quinto, la que me inspiraba para escribir poemas y hacerle cartas. Por: EL INFORMADOR 24 de abril de 2008 - 16:40 hs Por: Francisco Rojas Cárdenas. Ilustración: Rocío Coffeen -Dice Nélida que le gustabas, pero que estás muy tonto porque nunca le dijiste nada-, me comentó Mariela al iniciar el recreo. Ya lo sabía y ya no me importa porque Nélida prefirió hacerse novia de Ricardo, quien por eso dejó de ser mi mejor amigo. Además, no debo creer todo a Mariela porque es una mitotera de lo peor, siempre habla mal de mí y busca la manera de hacerme enojar. En el recreo siempre suceden cosas. Por eso nos gusta a todos. Es el mejor momento para jugar futbol, platicar o hacer bromas. También los chismes corren de un lugar a otro y algunos se tiran de golpes. Durante estas dos semanas, Ricardo eligió jugar fut en el equipo contrario que yo, a pesar de que éramos inseparables. Entonces aprovechaba para darle un codazo en el partido o él me aventaba balonazos, pero esta vez eligió estar de mi lado y me lanzó pases para gol, a pesar de que sabe que soy malo y nunca le atino a la portería. Sí me sentí sorprendido, pero me dio gusto. Al final del partido, aunque perdimos, se me acercó y me pasó un brazo por el hombro. -Ya no te enojes- me dijo mientras yo hacía como que no escuchaba. –Ya no salgo con Nélida, y te puedo ayudar a conquistarla. -¿Qué pasó?- pregunté, pero no porque me importara, sino por mera curiosidad y esperando que él me dijera que por accidente le había machucado una mano con la puerta del salón o la había lanzado a 20 metros del rondín de la unidad deportiva que está al lado de la escuela. -Ya ves, las mujeres- respondió como siempre, con esa actitud de que sabe todo. –Lo que pasa es que dice que no está segura de tener novio, dice que está chica todavía y que no le interesa eso de casarse. -Entiendo- le dije, aunque la mera verdad, no comprendí nada. Luego de eso, nos volvimos a sentar juntos en la clase y caí en la cuenta de que no me dolió tanto lo de Nélida, sino dejarle de hablar a mi mejor amigo. Nélida, la niña más bonita de todo el salón, la mejor de todas las de quinto, la que me inspiraba para escribir poemas y hacerle cartas, la luz de mi vida, mi sol de la noche, la mejor de todas, a partir de esto, me dejó de gustar. Así decidí que jamás en la vida volvería a sentir nada por nadie y que el amor nada más sirve para sentir un hoyo en el estómago y para que los amigos se enojen. Definitivamente, eso no me gusta. Disfruto caminar hasta mi casa con Ricardo a pesar del calor que hace, para platicar de estos asuntos y otros más importantes como el triunfo del Atlas o las películas de miedo que nos encantan. Me despido de Ricardo, llego a mi casa, siento que el calor baja, me quito la mochila y noto que está abierta. No me sorprende. Dice mi mamá que no pongo atención a nada, la voy a cerrar, pero veo algo que no metí yo. Es una carta perfectamente doblada, la abro, huele a rosas, está escrita con tintas de colores y antes de leerla, veo quién la firma: Mariela. Temas Tapatío Lee También El invierno llegó Donde duele, florece: el universo de Frida Kahlo Sobre el pensamiento femenino de las comunidades nahuas del sur de Jalisco Isaac Hernández, del patio de su casa al “Olimpo” del ballet Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones