Entretenimiento | La trilogía de Dios no es precisamente fácil, porque no tenemos mucha exeriencia de ella Dios, Trinidad y unidad La capacidad de pensar, de analizar, de elaborar juicios, de crear ideas, actividades de la mente, son reflejos con que participamos de la mente creadora de Dios Por: EL INFORMADOR 17 de mayo de 2008 - 11:57 hs A los seres humanos nos es bastante difícil comprender la Trinidad de Dios. Tenemos que hacer uso de la fe y decir “creo, aunque no entiendo”. Nosotros vivimos inmersos en un mundo donde el dualismo es lo predominante: el día y la noche, la oscuridad y la luz, el frío y el calor, etc. son algunos elementos que se vuelven como rieles por donde transita la cotidianidad de la vida diaria de los seres humanos. La trilogía de Dios no es precisamente fácil, porque no tenemos mucha exeriencia de ella. No obstante, dentro de nuestra dualidad existe, en cada uno, un principio trinitario que Dios mismo otorgó a cada ser humano al hacerlo a su imagen y semejanza. Si analizamos detenidamente nuestra persona, aunque es una y única, también podemos distinguir en ella las tres dimensiones de esas facultades que la configuran como determinantemente humana. Mente, voluntad y sentimiento son capacidades intrínsecas a la persona, pero no están desvinculadas, y aunque tienen funciones específicamente diferenciadas, no existen aisladas ni independientes del organismo humano. La capacidad de pensar, de analizar, de elaborar juicios, de crear ideas, actividades de la mente, son reflejos con que participamos de la mente creadora de Dios. La voluntad, con su posibilidad de hacer, de decidir y de optar, es otro reflejo de lo divino. El factor sentimiento, que nos da la aptitud de experimentar afectos y de sentir amor, es la más significativa en cuanto se refiere a esa relación de semejanza con nuestro Dios Padre, Señor y creador del universo, del cosmos, de todos los mundos y en resumen de cada uno de nosotros. Llegar a conocer y a comprender a nuestro Dios como único y al mismo tiempo como Trinidad, no es precisamente lo más importante; lo primordial es encapsular en nuestro corazón aquella trilogía que también Él nos regaló como un don muy especial: Fe: creer en su existencia y en su presencia. Esperanza: poner en sus manos la confianza de lo que anhelamos. Amor: amarle sobre todas las cosas y aprender de Él su amor universal a todas las criaturas, especialmente a nuestros semejantes y primero a cuantos nos rodean. María Belén Sánchez Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: El justo vivirá por su fe Evangelio de hoy: El inmenso abismo Evangelio de hoy: La lógica del mundo y la lógica del Reino Evangelio de hoy: Alegría, signo de perseverancia y misericordia Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones