Entretenimiento | A pesar de que Jesús hablaba metafóricamente, los judíos de su tiempo no quisieron entenderlo, sino que, como cuenta el evangelista ¿Comunión o antropofagia? Cuando Jesús expresó que para tener vida eterna era necesario comer su carne y beber su sangre, los judíos se escandalizaron porque entendieron que se trataba de un acto de antropofagia Por: EL INFORMADOR 23 de mayo de 2008 - 10:44 hs Cuando Jesús expresó que para tener vida eterna era necesario comer su carne y beber su sangre, los judíos se escandalizaron porque entendieron que se trataba de un acto de antropofagia, o sea, comer carne humana. Obviamente Jesús no se refería al acto literal de comer su cuerpo, pero ellos no lo entendieron, sino que conspiraron para acabar con él. ¿A qué se refería Jesús cuando lo dijo? El pasaje del evangelio pone el contexto adecuado para entender mejor el asunto: “En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: ‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo’.”. Aquí podemos ver dos temas ligados. Uno es el alimento del cielo y otro es su cuerpo, y si revisamos la historia de la Biblia, nos daremos cuenta de que el pan del cielo se le llamó al alimento diario que Dios hizo caer durante 40 años, para alimentar a su pueblo mientras vagaba por el desierto. Entonces la idea de tener un pan del cielo está ligada a la provisión sobrenatural de vida, aún en medio de una gran necesidad. Luego, el siguiente tema es el cuerpo de Jesús, el cual sería entregado en una cruz, precisamente para dar vida a quienes estaban condenados a muerte. Lo que haría el cuerpo de Jesús muriendo sobre la cruz, sería proveer vida espiritual, de la misma manera que el pan material provee vida al cuerpo humano. Entonces podemos unir los dos temas, concluyendo que Dios proveyó del cuerpo de su Hijo, para que se convirtiera en el pan espiritual que le daría vida eterna a quienes lo recibieran. A pesar de que Jesús hablaba metafóricamente, los judíos de su tiempo no quisieron entenderlo, sino que, como cuenta el evangelista, ellos “disputaban los judíos entre sí: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: ‘Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Esta parte de las palabras de Jesús debe considerarse con muchísima atención, ya que revela algo muy interesante: el deseo de Jesús de mantener una comunión cercana con nosotros. Lo primero que hay que considerar, es que Jesús no esperaba que sus seguidores se acercaran a la cruz para beber de su sangre, o comer de su cuerpo; de hecho no hay registro alguno de que sus discípulos hayan intentado cosa semejante. En seguida, debemos hacer notar la parte de las palabras de Jesús donde dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Me parece que esta es la clave del asunto. ¿Cuál es el punto? Imagine que usted tiene una manzana en sus manos, y que decide comerla; entonces, poco a poco, la manzana va despareciendo en su forma exterior, y poco a poco se convierte en nutrientes en el interior de su cuerpo. Podemos decir, en cierto sentido, que una vez comida, la manzana no desapareció, sino que se integró a su cuerpo. En otras palabras, una vez que fue comida, la manzana y usted son uno solo. Eso es lo que significa “comer” el cuerpo de Jesús y “beber” su sangre: ser uno con Él; permitirle entrar a nuestra vida de tal manera que pongamos todo nuestro ser a su servicio, para que no vivamos nuestra propia vida egoístamente, sino que le permitamos a Él manifestarse a través de nosotros, de la misma manera que lo hizo cuando caminaba en esta tierra con su propio cuerpo humano. Angel Flores Rivero _ HYPERLINK "mailto:iglefamiliar@hotmail.com" _iglefamiliar@hotmail.com_ Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: Cómo convertir la maldición en bendición Evangelio de hoy: «Alégrense, sus nombres estarán escritos en el cielo» Evangelio de hoy: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» Evangelio de hoy: “Si alguno quiere acompañarme... que tome su cruz de cada día y me siga”." Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones