En Jalisco, 48% de la población ocupada está en la informalidad laboral, por lo que es el sector más afectado ante la emergencia sanitaria, que ordena la suspensión de actividades no esenciales. La población económicamente activa en el Estado asciende a 3.7 millones, según la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. De esta cifra, 1.8 millones laboran en la informalidad, que registró una caída en sus ingresos de 81% en marzo pasado tras decretarse la emergencia sanitaria en México. Sin embargo, la crisis se recrudecerá entre este mes y junio, cuando se prevén los escenarios más críticos de contagios y muertes por el coronavirus, como lo advierte el informe “El COVID-19 y el mundo del trabajo”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).Un negocio o una persona son informales si están fuera de las prestaciones de ley, como el alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). La mayoría se encuentra en tianguis, mercados y oficios tradicionales.Jalisco está a media tabla en la tasa de informalidad en México. Los peores Estados son Oaxaca (81% de la población), Guerrero (79%) e Hidalgo (75%). Los que tienen menos informalidad son Coahuila (sólo 35%), Chihuahua (37%) y Nuevo León (37%). Aunque suman varios años en decadencia, los oficios tradicionales en la ciudad son los más afectados por el coronavirus, por lo que la crisis sanitaria es una estocada para la mayoría. Globeros, organilleros, camoteros, churreros, piñateros, cartoneros, curanderos, afiladores de cuchillos, algodoneros, fotógrafos ambulantes, vendedores de lotería, arreglistas de máquinas de escribir, sastres, barberos, zapateros, boleros y torneros forman parte de la lista de oficios tradicionales en la ciudad que han cerrado sus puertas o dejaron de salir a las calles para vender sus productos. Enrique Loza está sentado afuera de su taller de torno, ubicado en la Colonia Santa Tere de Guadalajara. La cortina está cerrada porque su negocio no es una actividad esencial, pero él aún acude al lugar. No se puede quitar la costumbre, ya que es tornero desde hace 40 años.Cuenta que su oficio le había dado lo suficiente para vivir, pero desde que comenzó la pandemia del coronavirus la situación está “muy complicada” y está en riesgo de que abandone su actividad de forma indefinida.“No cae nada (de dinero)... sé hacer herramientas, tornillos… pero ahora aquí me la paso, en la silla”.Raúl Muñoz, quien comercia muebles de madera desde hace 11 años, suma dos días sin vender. Acomodado en una esquina del mismo barrio, acentúa que no puede quedarse en su casa porque debe llevar el sustento a su familia. “Estamos trabajando por necesidad… fui a pedir ayuda al programa de ingresos, me dijeron que me llamarían y nada. Llevo 10 años sin IMSS”.Algunas personas que se dedican a los oficios tradicionales en Guadalajara presentan problemas económicos, principalmente porque tuvieron que cerrar sus puertas o no pueden salir debido a que su actividad no es esencial o porque han notado una baja en la venta de sus servicios. En un recorrido realizado a la zona comercial de Santa Tere se constató que negocios de tornería, piñatería, florería, reparación de zapatos y carpintería estaban cerrados. También se observaron letreros que avisaban que electricistas o costureros no tendrían sus espacios abiertos. Otros oficios como tianguistas, globeros y organilleros también se han visto afectados, ya que sólo permiten puestos de alimentos en la vía pública.Angélica Peregrina Vázquez, doctora en Ciencias Sociales, explica que los oficios son actividades productivas que se aprenden, ya sea de forma hereditaria o mediante la capacitación. El “Diagnóstico de las afectaciones económicas a las unidades económicas de Jalisco por el coronavirus” indica que de las mil 992 unidades económicas encuestadas, 631 considera cerrar de manera definitiva ante la crisis sanitaria. Ese porcentaje se compone del sector de servicios (como las peluquerías o los talleres mecánicos), del comercio (incluye las mueblerías o las zapaterías), de la industria manufacturera (tales como la fabricación de los muebles, calzado, impresiones o herrerías) y del sector construcción.Y de las mil 992, 42.5% sólo podrá soportar un mes para pagar sus costos sin tener que suspender operaciones.Las personas que se dedican a los oficios de alimentos están saliendo adelante en la pandemia, aunque con una disminución en sus ingresos. En un recorrido realizado por el barrio de Santa Tere, panaderos, biroteros, cerrajeros, mecánicos y cafeteros indican que todavía siguen vendiendo su producto.Por ejemplo, Lucila Dávila Olvera, encargada del expendio Birotería del Río, que fue fundada hace 42 años, explica que las ventas han bajado a menos de la mitad porque muchos de sus clientes son hoteleros o restauranteros (la mayoría cerró). “Pero seguimos produciendo y vendiendo, dándole la atención a los clientes que nos piden”.Cuenta que principalmente elaboran birote salado, fleiman y telera, aunque también producen galleta, polvorón y empanada. “Comenzamos a crecer haciendo el bolillo. Mi hija lo vendía desde muy chiquita. Aquí hemos seguido creciendo”. Ahora tienen tres sucursales, las cuales son manejadas por sus hijos. El negocio da sustento a 12 familias. “Amo mucho la panadería porque me ha dado mucho. Ahorita en esta contingencia agradezco porque es el pan de cada día, esto no se va a dejar de vender… y más porque es un producto artesanal, sobre todo en Guadalajara”.Destaca que su secreto es mantener la calidad por encima del precio, además de la elaboración artesanal. En el mismo barrio, María Margarita Medina elabora tortillas hechas a mano. Relata que tiene 11 años en el oficio y mucha gente prefiere su producto porque el maíz no trae químicos.Calcula que para hacer las tortillas, al día utilizaban entre 10 y 12 bolas de masa de 20 kilos cada una. Ahora usan sólo cinco ante la crisis sanitaria.“Están bajas las ventas, pero tenemos trabajo a pesar de la pandemia. Mis clientes son los mismos, aunque ahorita los taqueros son los que no están trabajando… esperemos que esto se aliviane pronto para seguir cómo antes”.TESTIMONIOAdam Valdez tiene un negocio de vidrio y cristales. Relata que tienen 50 años ubicados en Santa Tere, por lo que son pioneros en el barrio. El oficio empezó con su abuelo y siguió con su padre. Él aprendió desde pequeño. “Me traían de ayudante… y aquí seguimos”.Trabaja con el vidrio, cristal o cubiertos para muebles, en general. Le piden mucho los espejos para ventanas.Aunque en un principio se podía mantener a toda la familia, el negocio comenzó a venir a menos. Por lo mismo, su hijo mayor ya no pudo dedicarse a esa actividad, pese a que también aprendió el oficio.“El mayor tiene otro trabajo porque no salía para los dos”.Subraya que las ventas empeoraron con el coronavirus porque los clientes no salen. “Antes estaba más desahogado, pero ahorita por la situación está uno casi al día. Le andamos batallando, ya no hay para inversión de material”.Añade que del negocio mantiene a su esposa y tres hijos menores de edad.LOS MÁS COMUNESPeligran empleos del sector informalLa Organización Internacional del Trabajo informó que mil 600 millones de trabajadores informales, que representan la mitad de toda la población mundial económicamente activa (tres mil 300 millones), corren el “riesgo inminente” de ver desaparecer sus fuentes de sustento entre abril y junio a causa del virus.GUÍALA VOZ DEL EXPERTOAngélica Peregrina Vázquez (doctora en Ciencias Sociales)Angélica Peregrina Vázquez recuerda que la Escuela de Artes y Oficios se estableció en la ciudad en el siglo XIX. En el sitio enseñaban actividades como sastrería, herrería o distintas áreas tipográficas.“La escuela fue muy exitosa, pero en el siglo XX empezó a venir a menos. Luego se funda la Universidad de Guadalajara… y la Escuela de Artes y Oficios empezó a desaparecer”.Apunta que uno de los motivos principales para que un oficio desaparezca es cuando “la gente ya no requiere esos servicios o se suplen” por otros mecanizados o modernos.“Si evoluciona el transporte, evoluciona quien participa en la actividad. La industrialización de los procesos productivos desplazó lo que hacían las personas”.También remarca que ahora hay otros centros de adiestramiento donde se pueden aprender los oficios. “Como los trabajos manuales que implican que los procesos se vayan modernizando, como los torneros. Por ejemplo, si tú necesitas un tornillo con una rosca específica, de determinada medida para que entre con el tornillo y la tuerca. Ellos manejan el metal, producen herramientas o chapas, sean de hierro o aluminio”.Angélica Peregrina Vázquez recuerda algunos oficios tradicionales tapatíos que ya no existen en la ciudad. Uno es el conductor de diligencias, que era el que llevaba el carruaje y conocía los caminos en la ciudad. “Otro que existió fue el de los arrieros, aquellas personas que llevaban las mulas cargadas de las mercancías, pero desapareció cuando llegó el ferrocarril”.También los aguadores, que llevaban el agua potable a las casas, o los repartidores de leche. “A principios del siglo pasado venían en una mulita y traían los cántaros; luego en una troca, pero ahora la leche la vamos y la compramos a la tienda o al supermercado”.Por otra parte, subraya que entre los oficios que han trascendido están los tortilleros. “Antes se torteaba en todas las casas, a mediados del siglo XX las hacían a mano las señoras. Hasta que se inventó la máquina de hacer tortillas”. Este medio publicó que ahora con la pandemia, los boleros que trabajan en Plaza Guadalajara esperan hasta 15 horas para sacar 25 pesos por una boleada.Sigue: #DebateInformador¿Cuál oficio tradicional desapareció en su colonia?Participa en Twitter en el debate del día @informador