Cada 12 de agosto se celebra el Día Internacional del Disco de Vinilo, una fecha dedicada a rendir homenaje a este icónico formato musical que marcó toda una época.No hay nada como el acto íntimo de elegir el disco perfecto, recorriendo con las manos entre las carátulas grandes. Observar la mirada de los artistas en las portadas, los variados diseños y los detalles de las canciones impresos en el reverso. El tocadiscos encendido y expectante, el disco sacado cuidadosamente de su funda plástica, una oblea oscura que, de manera casi mágica, contiene el sonido. La colocación precisa sobre el plato, el suave descenso de la aguja que comienza a girar junto con el disco, seguido del característico chasquido, un crujido dulce, un murmullo estático… y finalmente, la música que cobra vida.Los vinilos representan muchas cosas: reliquias musicales, objetos anacrónicos, un pasatiempo costoso, y una necesidad para los melómanos. Pero son mucho más que eso. Su verdadera virtud no radica sólo en ser el formato con el que se escuchaba la música hace décadas, sino en haber sido el medio que permitió experimentar la música en su forma más íntima. No en un concierto, ni en los instrumentos, ni en la calle donde el sonido se pierde en el instante, sino en un disco que contenía la música para ser reproducida una y otra vez. Los vinilos fueron la materialización del sonido -y, por ende, del tiempo- que acercaron la música a las masas y la hicieron parte de la vida cotidiana. Así como la fotografía eterniza una imagen, el vinilo preservó la esencia de la música para siempre.La historia del vinilo surge a partir de la evolución de los formatos de grabación sonora y de la invención del fonógrafo -precursor del tocadiscos- por Thomas Edison. A principios del siglo XX, estos discos comenzaron a comercializarse, destacando a Enrico Caruso, tenor italiano, como el primer cantante en grabar en un disco de acetato en 1902. En sus primeros años, estos discos eran extremadamente delicados y sólo podían reproducirse un par de veces. Fue hasta 1948 cuando Columbia Records revolucionó la industria musical al presentar el formato de 30 centímetros, que permitió grabar mucho más tiempo de audio. Este avance transformó para siempre la manera de escuchar música. El disco tiene dos caras (A y B), cada una con una duración aproximada de 30 minutos, lo que brindó a los artistas nuevas posibilidades para desplegar su creatividad como nunca antes.El vinilo pronto respondió a nuevas experiencias -y exigencias- estéticas dentro de la música. Cada disco adquirió una identidad propia, y los artistas comenzaron a desarrollar conceptos y obras cada vez más experimentales. Entre los pioneros destacan agrupaciones como los Beatles, quienes en proyectos como “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” dejaron de ser ellos mismos para asumir nuevas facetas y explorar otros estilos.Portadas icónicas quedaron inmortalizadas en la historia, como “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd, el emblemático “Abbey Road” de los Beatles, el famoso “plátano” de Andy Warhol en “The Velvet Underground & Nico”, el provocador “Sticky Fingers” de los Rolling Stones, o el rostro con un grito eterno de “In the Court of the Crimson King”, entre muchos otros.PARA MELÓMANOSLa tecnología ha abierto paso a nuevas formas de jugar con la música, grabarla y eternizarla. Una de estas innovaciones fueron los casetes compactos, pequeñas cajas de plástico con una cinta magnética que, a diferencia del vinilo y su limitación al tocadiscos, permitían llevar la música a todas partes. Durante las décadas de los 70 y 80, el casete se convirtió en el formato favorito para uso personal. Creaciones míticas como el Walkman abrieron la puerta a nuevas experiencias íntimas: escuchar música en la calle, durante el caminar diario o en el transporte público.Aunque el vinilo y el casete coexistieron como dos universos con características muy distintas, el vinilo -frágil, estacionario y cada vez más caro- vio cómo sus ventas disminuían durante los años 80. El casete preparó el terreno para el golpe definitivo: la llegada del Compact Disc, o CD, que fue introducido al mercado en 1982.El CD representó una mejora en todos los aspectos respecto al vinilo: tamaño compacto, fidelidad digital sonora, mayor capacidad y resistencia al desgaste. Además, resultaba mucho más económico, por lo que su producción masiva desplazó al vinilo, que pronto fue considerado obsoleto y relegado a nichos específicos como coleccionistas y DJs.Sin embargo, a pesar de estas transformaciones y del avance imparable de la digitalización en los años 2000, con plataformas como YouTube, Spotify y otros servicios de streaming que llevaron la música a la intangibilidad y la inmediatez, los vinilos han resistido el paso del tiempo. Lejos de desaparecer, han mantenido su vigencia y encanto, sosteniendo una presencia constante entre quienes valoran su sonido único.De hecho, para la segunda mitad de la década de los 2000, se produjo un redescubrimiento y revalorización de los vinilos, encabezada por sellos de música alternativa, grupos independientes, DJs y coleccionistas. Ellos encontraron en este formato una manera distinta de vivir la música: pausada, cálida, con matices y texturas sonoras. Una música que no podía pausarse ni adelantarse, sino que invitaba a fluir con ella, como un río, tal como había sido siempre.A partir de 2010, las ventas de vinilos comenzaron a repuntar. Se volvió común que artistas contemporáneos lanzaran sus discos también en este formato, familiarizando a las generaciones jóvenes con una forma distinta de sentir, escuchar y vivir la música. Hoy en día, existen tiendas especializadas en vinilos alrededor del mundo, con catálogos ricos y acervos sonoros que funcionan como verdaderos museos de música y sonido. Ediciones especiales, coleccionables y remasterizaciones de clásicos mantienen al vinilo actualizado y vigente.Aunque ya no es lo mismo que en sus épocas de oro, las ventas siguen creciendo en muchos países, como Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Alemania; de hecho, en 2021 se registró el mayor número de ventas desde 1981. Fue en 2002 cuando se creó el Día Internacional del Disco de Vinilo, que se celebra cada 12 de agosto.Este resurgimiento contemporáneo de los vinilos también plantea nuevos retos. Su fabricación, basada en derivados del petróleo, ha puesto en discusión su impacto ambiental, por lo que algunas compañías han optado por producirlos con materiales reciclables o mediante procesos más sostenibles, buscando así combinar tradición y responsabilidad ecológica.Guadalajara también cuenta con sus propios santuarios del vinilo y legiones de melómanos que han edificado refugios personales contra lo moderno. En la zona Centro y sus alrededores, como la Americana, existen tiendas enteras dedicadas a este formato, con estanterías repletas de discos, CDs, casetes, VHS y libros, integrados en conceptos tan variados como cafeterías, tiendas de antigüedades e incluso bares modernos. Lugares como Roxy & Roll, El Submarino Amarillo, La Perla Records, Tea Rex, Joselino Records, AB Aguilar Discos -antes Discos Aguilar- y otros recintos especializados en el arte del vinilo, la música y la nostalgia, son comercios donde aún puede vivirse el placer de buscar entre hileras enormes de discos y recorrerlos con las manos para sentir el peso de la música, el color y la textura, el diseño, la portada y las carátulas desgastadas que conservan el disco impreso en el cartón.Tal es el caso de la tienda El Submarino Amarillo, ubicada en pleno Centro Histórico, en Morelos 576, que desde 1995 recibe a diario a melómanos, amantes del vinilo y curiosos que se adentran en sus pasillos. Aunque ha tenido sus altibajos, como todo, la gente sigue regresando porque no hay nada en el mundo que se equipare a este formato. Samanta, de 35 años, nacida en Guadalajara y apasionada de los vinilos, posee una colección de clásicos que va desde Juan Gabriel y Chopin hasta los Rolling Stones, y no cree que alguna vez vayan a desaparecer. “Esto no se va, la gente siempre regresa a esto. Nada es como tocar la música, sacar el disco y ponerlo, y esto se transmite de generación en generación, por eso no creo que muera”, asegura. “Digo, claro que también tengo Spotify y todo eso, pero no es lo mismo. Escuchar la música en vinilo da una sensación distinta, es algo muy peculiar. Sí, sí es caro, pero lo vale”.En un enfoque más moderno, Gastón Wine Bar, ubicado en Providencia, es un establecimiento de vinos y música que ha hecho de los vinilos parte fundamental de su identidad. En su agenda mensual invitan a DJs que pinchan exclusivamente con discos de vinilo, y el bar cuenta con el equipo de sonido específico, incluyendo sus respectivas tornamesas, para que los especialistas tengan total libertad. Aunque las estimaciones son aproximadas, estos son algunos de los discos de vinilo que más ventas han registrado a lo largo de la historia: ENTRE DISCOS Y TORNAMESASLa música reproducida a través de un vinilo ofrece una experiencia completamente distinta cuando se toca en vivo. Los vinilos fueron la materia prima de los DJs, pero con el avance tecnológico, estos fueron sustituidos por herramientas digitales que facilitaron el proceso creativo y la mezcla musical.Sin embargo, aún quedan románticos que mantienen vivo este método, tocando según la vieja usanza. Tal es el caso de Alicia Guizar "Alicelect", y Diego García, “Martínez”, DJs tapatíos cuyo carácter musical y artístico está definido en gran parte por la mezcla de vinilos.Para "Alicelect" su amor por la música electrónica, desde el house, el dance, el disco, entre otros, fueron detonantes para que se internara en el mundo de los vinilos, y siempre quiso ser una DJ, motivación que se vio acompañada por hacerlo como se hacía antes: en sus orígenes. "Mezclar con vinyl es una actividad que implica más interacción física, y donde el sentido del tacto y el sentido visual se utilizan mucho más que cuando se hace en digital", comparte la DJ.Tocar en este formato tiene su componente romántico, cierta magia que solo comprenden quienes conviven con el vinilo, desde explorar en las portadas de los discos; implica encontrar y sumergirse en música que solo se encuentra disponible en el vinilo, es algo tangible. "El formato físico te permite crear un vínculo más real, humano y cálido con la música, ese es su verdadero encanto. Es algo que puedes poseer y tocar con tus manos", cuenta "Alicelect", y aunque no toma partido en el debate de cuál sonido es mejor, si el digital o el análogo -ella toca en ambos-, reconoce que hay un brillo característico en los vinilos."Existe un debate que si el sonido digital es mejor que el análogo. Yo creo que son diferentes. El digital es más limpio, cristalino y potente. Ofrece más posibilidades, puedes manipular mucho el sonido y es más práctico. El vinyl es más cálido, se siente más natural, la técnica al mezclar es más simple", dice."Además muchísimos discos de house y disco solo existen en este formato, entonces una se vuelve apasionada por coleccionar y descubrir música que solo es posible reproducir en vinyl. El vinyl es mi formato favorito para mezclar, escuchar, coleccionar y disfrutar la música. Pues nada se siente tan bien como poner la aguja en un disco nuevo y disfrutarlo una y otra vez".Para "Martínez", tocar con vinilos era inevitable, siendo nieto de un hombre amante de la música que tenía colecciones enteras de vinilos y que los compartía con “Martínez” desde la infancia. “Lo fui adoptando como una parte fundamental de mi persona”, dice “Martínez” en charla con EL INFORMADOR. “Se terminó convirtiendo en algo esencial en mi vida”.Para “Martínez”, tocar con vinilos implica una curaduría más selecta y cuidadosa, partiendo del esfuerzo por reunir y encontrar los discos que serán parte del set, y luego pensar en qué espacios, atmósferas y momentos pueden acompañar esas canciones. Además, la experiencia de tocar con vinilos es mucho más inmersiva que hacerlo en formato digital o con una playlist de Spotify: el vinilo mantiene al DJ presente en el instante, en el acto mismo de elegir la música, seleccionar el siguiente disco, colocarlo en la tornamesa, empatar los tiempos sin ayuda tecnológica y saber qué melodía sigue acorde con la atmósfera. Tiene sus complejidades. “Esa parte me encanta, estar en el ‘rush’ de la noche y que la gente sea receptiva a la música”, comparte. “A mí, como DJ y como persona, los vinilos me dan más oportunidad de imprimirme en el set y en la experiencia que le estoy dando a la gente”.Pero este placer tiene también un componente romántico y antropológico. Implica adentrarse en la historia del sonido, explorar pasadizos de canciones poco escuchadas o incluso desconocidas. Para ampliar su colección, “Martínez” constantemente busca y encuentra joyas musicales ocultas, bibliotecas sonoras que han sobrevivido al tiempo, canciones de décadas pasadas que él trae al presente mediante sus DJ sets. Su colección representa la construcción de su propia historia del sonido, un legado al que ha dedicado años y una buena parte de su corazón, y que sabe durará más allá de él.“Cuando buscas música ‘vieja’ encuentras joyas de los 70 y 80, música disco. Música quizás no tan conocida y que descubres sólo porque estás ahí en la record store. Por buscar entre los discos sacas uno, te gusta la portada, y descubres que trae una canción que nunca hubieras encontrado en otra circunstancia”, cuenta. “A mí esa parte es lo que más me gusta. Es algo que se queda contigo: siempre voy a tener mi colección de vinilos, que me ha costado muchísimo tiempo, energía y años, y sé que le voy a seguir agregando. Esa parte me gusta mucho, saber que siempre va a estar aquí, y que yo voy a dejarle algo a la gente que está conmigo”.