Futbol sin Balón

El mensaje que mandan a la afición en general las directivas del Guadalajara y Atlas con la solución al problema del robo de la bandera rojinegra es digno de tomarse en cuenta pues con ello demuestran el interés de solucionar por la vía pacífica los conflictos de sus grupos de animación, en una clara invitación a que no prolifere la violencia con motivo del Clásico.

El lamentable suceso del robo de la bandera atlista y los destrozos a un bar propiedad de barristas rojiblancos fueron hechos aislados, generados presuntamente por una minoría y sin responsabilidad para los dirigentes de las barras de ambas instituciones.

En el final feliz que tuvo este acontecimiento hay que darle crédito a los líderes de los grupos de animación de Atlas y Chivas que hicieron presión en la gente que cometió los ilícitos, para que por un lado se consiguiera la devolución de la bandera, y por el otro, se reparen los daños causados al inmueble propiedad de los rojiblancos.

En lo que concierne a las directivas hay que reconocer la labor del vicepresidente del Atlas, Gustavo Montoya, que en coordinación con el vicepresidente de Chivas, Néstor de la Torre, dialogaron con la gente que le pudo dar solución a los problemas de los porristas.

Aunque dice no tener presión antes del Clásico, ayer se enojó el técnico Ricardo La Volpe porque observó que algunos periodistas filmaron el entrenamiento matutino y eso no le agradó, por tal motivo prohibió desde ayer en la tarde el ingreso de los reporteros a los entrenamientos y giró la orden de trabajar a puertas cerradas todos los días en lo que resta de la semana hasta el día del Clásico.

Los 124 asociados del Atlas fueron convocados hoy a una asamblea informativa donde entre otros temas se les darán a conocer las diferentes propuestas que llegaron a la institución rojinegra para crear alianzas estratégicas que vengan a solucionar los problemas económicos del club.

Le salió caro al portero del equipo Tecos de Primera “A”, Felix Vega, el festejo del cumpleaños de su compañero Damián Álvarez, pues en el alboroto por la mordida al pastel y las embarradas de betún, se resbaló en el vestidor con tan mala suerte que se estrelló en un cristal de la puerta y un vidrio se le enterró en el brazo, en un accidente que pudo ser de consecuencias lamentables, a no ser por la inmediata intervención del doctor del equipo y la atención oportuna en un hospital cercano.
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