Carlos Ortiz se despide de Hawaii

GUADALAJARA, JALISCO (15/ENE/2016).- Carlos Ortiz no tuvo la mejor de las presentaciones en este 2016. El golfista tapatío se despidió del Sony Open, segundo torneo del año en el PGA Tour, al no superar el corte proyectado (-2) en el campo del Walalae Country Club, en Honolulu, Hawaii (par 70).

Desde la Tee 10 arrancó el jalisciense y rápidamente batalló en los hoyos 11 y 15, en donde embocó sus primeros "bogeys" de la tarde. En el 16 y 18 se recuperó al tirar "birdies"; sin embargo, la peor parte llegó para el "back nine", cuando se fue uno arriba del par en las banderas del uno y del seis. En la recta final consiguió un "birdie" más, en el hoyo nueve.

De esta manera, Ortiz firmó una segunda ronda de 71 golpes, uno arriba del par de campo, y no logró avanzar a las jornadas finales a disputarse el sábado y domingo, ya que totalizó tras dos días de competencia con 143 impactos, tres sobre par de campo, por lo que visitó los últimos lugares de la clasificación de este certamen.

Los nervios invadieron al golfista del Guadalajara Country Club y lo transmitió vía redes sociales desde ayer: "Manejando los nervios del comienzo de la nueva temporada y acostumbrándome a mis nuevos bastones", escribió Carlos en su cuenta oficial de Facebook, quien jugó su primer evento del año y que forma parte de la temporada 2015-2016 de la máxima categoría del golf.

Ortiz ha estado presente en cinco eventos del PGA Tour en la actual campaña, de los cuales, en dos ha superado el corte y en el resto se ha quedado corto.

Por su parte, el norteamericano Brandt Snedeker se apoderó de la cima del torneo con un acumulado de 128 "strokes", 12 abajo del par de campo, sacando un golpe de distancia de su más cercano perseguidor, su compatriota Kevin Kisner, mismo que ostentó el liderato tras la primera ronda junto a otros cuatro golfistas.

El dato

Carlos Ortiz volverá a la actividad la próxima semana, del 21 al 24 de enero, cuando se juegue el CareerBuilder Challenge, en el campo oeste del PGA TPC Stadium de la Quinta, en California.

EL INFORMADOR / ROBERTO ALARCÓN