* Sergio

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Luis Ernesto Michel tuvo su oportunidad de convertirse en arquero titular del Guadalajara porque coincidieron dos circunstancias: por una parte, la decisión de Oswaldo Sánchez de convertirse en el jugador mexicano mejor pagado de su generación --según se afirmó en su momento--, merced a una oferta del Santos Laguna... aunque para ello tuviera que renunciar a la calidad de consentido de los aficionados del equipo más popular de México; por la otra, la baja de juego de Alfredo Talavera, quien en un momento determinado pisó en serio los talones a Oswaldo.
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El turno es para Sergio Rodríguez. Precisamente porque Talavera cambió de aires, con la ilusión de tener mejores perspectivas disputando la titularidad al “Conejo” Pérez en la alineación de los “Tigres”, la lesión de Michel dejó servida la mesa para que Sergio, inédito aún en la Primera División, reciba el espaldarazo.
En otro equipo, la noticia no llamaría tanto la atención. Después de todo, aun en el futbol mexicano, donde es común que un futbolista debute como profesional a los 22 ó 23 años --en Brasil o Argentina abundan los casos de jugadores que, a semejanza de Pelé o Maradona, saltan a la fama a los 17 años--, una cosa es ir paso a paso, con apariciones graduales en el primer equipo, de preferencia en condiciones propicias (pocos minutos en partidos ya resueltos, por ejemplo)... y otra muy diferente tener sobre las espaldas, de sopetón, el compromiso de quedarse con el puesto durante varias semanas; meses incluso. Y aunque Sergio tendrá en la banca la “cuña” que representa Liborio Sánchez, éste carga con el mismo handicap, puesto que también es un novato.
Además, una cosa es aparecer en un equipo en que hay menos reflectores y, por ende, menos exigencias... y otra muy diferente hacerlo en el Guadalajara.
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Si es cierto, como dicen, que los dirigentes del “Rebaño Sagrado” ya decidieron jugársela con ellos, a la voz de “No hay más cera que la que arde...”, convendrá que los dos bisoños guardametas que tienen la oportunidad de saltar del anonimato a la fama --habrá que desear que bien asesorados-- tomen en cuenta “lo que El Viejo decía”, como rezaba un comercial: “Si las cosas que valen la pena fueran fáciles... cualquiera las haría”.