* “Semitas”

Lo de menos es que suceda en Holanda (Salcido o “Maza” Rodríguez), Alemania (Osorio), España (Márquez), Inglaterra (Vela o Franco), Turquía (Giovani), Ucrania (Nery Castillo)... o México.
Lo de más es que los puestos en la Selección Nacional se ganan en los equipos, y la participación en una Copa del Mundo --como la que viene a la vuelta de la esquina-- se decide en los campeonatos domésticos.

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Haber integrado la Selección en un pasado reciente, no es como los sacramentos que, según los cánones, “imprimen carácter”. Un futbolista no adquiere la jerarquía de seleccionado nacional con la certeza de que la conservará de cualquier manera, al margen de su rendimiento en su equipo.

Así, de la misma manera que se justifican, por ejemplo, las aspiraciones de Oswaldo Sánchez o el “Conejo” Pérez por reverdecer laureles y recuperar su calidad de mundialistas, a fuerza de demostrar solvencia sobresaliente en los compromisos semanales de Santos Laguna y Jaguares, y así como se tambalean las posibilidades de que Cuauhtémoc Blanco sea en Sudáfrica el jugador símbolo del futbol mexicano que fue en la recta final de la reciente eliminatoria zona de la Concacaf, en la que finalmente se consiguió el boleto al que ya se veían alitas, queda claro que el simple hecho de militar en equipos europeos no representa un cheque al portador, pagadero por una camiseta de titular en los partidos de la ya muy próxima Copa del Mundo.

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Más claro: no es el “Chícharo” Hernández --por citar el ejemplo más característico de cuantos actualmente se manejan-- quien debe competir con Carlos Vela o el “Guille” Franco, que no ven acción con la frecuencia que desearían ni consiguen las calificaciones que quisieran sus admiradores; son Vela, Franco y todos los demás, quienes tienen el compromiso de ganar plaza, si no como titulares, sí, al menos, como jugadores importantes en los equipos europeos en que se ganan la chuleta, para arrebatar el puesto que varios paisanos, probablemente con menos ínfulas pero seguramente con más asiduidad, se ganan en la competencia casera.

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Por supuesto, lo ideal sería que los pocos jugadores con calidad de exportación que tiene el futbol mexicano (ya es un consuelo que los tenga, porque tiempos hubo en que no los había ni para muestra) demostraran de qué presumían de estar hechos...

Si no, el consabido “a falta de pan..., semitas”.