* Previsible

Es justo decir que el Atlante acarició la gloria durante 35 minutos.
Sería injusto decir, en cambio, como se dijo por ahí --al margen de la cacofonía--, que el Atlante tuvo al Barcelona en la lona, durante el primer tiempo del partido de ayer en Abu Dabi.

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La victoria del Barsa era perfectamente previsible. La posibilidad de que se reeditara, en versión futbolera, el pasaje bíblico de David y Goliath (la distribución de los roles para la analogía es más que obvia), no pasaba de ser un buen deseo; un sueño guajiro. El relato del episodio pudo haberse escrito --y, de hecho, se escribió-- desde la víspera, con un título prestado por Gabriel García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”.

Si se hubiera tratado de un encuentro intrascendente, como el que disputaron hace algunos años el Real Madrid y los “Pumas” de Hugo Sánchez en el Santiago Bernabeu, habría cierto margen para un resultado sorpresivo. En cambio, en un partido en que el Barcelona, ganador de los cinco títulos disputados en lo que va del año (la Liga de Campeones, la Liga española, la Copa del Rey, la Supercopa de España y la Supercopa de Europa), trata de cerrar el ciclo con el récord perfecto, cualquiera entiende que para frustrar sus proyectos se necesita --como para bailar la bamba-- “una poca de gracia... y otra cosita”.
(Sobre todo, “otra cosita”).

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El trámite del partido exhibió el abismo entre un equipo voluntarioso como el Atlante, y el que hoy por hoy es considerado --con los números como avales y los títulos como garantes-- el mejor equipo del mundo.

El equipo mexicano, orgulloso campeón de la Concacaf, hizo decorosamente su luchita. Tuvo su oportunidad de jalar primero el mecate, y dio la campanada. Lo hizo, sin embargo, cuando el partido era muy joven. La consecuencia consta en actas: el Barcelona hizo acopio de una parte de sus recursos: los estrictamente necesarios para imponer condiciones en la cancha y para restablecer jerarquías en el marcador.

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A reserva de que los catalanes confirmen, ahora ante Estudiantes de La Plata, sus aspiraciones de hacer historia, la posibilidad de que el Atlante finalice el Mundial de Clubes en tercer lugar, si gana el próximo partido, sería, objetivamente, uno de los mejores resultados que equipo mexicano alguno haya conseguido en la historia del deporte. Punto.