* “Otra oportunidad”

Tiene razón Javier Aguirre: el técnico nacional de cualquier país, especialmente si está a menos de cien días de la Copa del Mundo --el examen por antonomasia para todo profesional del futbol--, tiene que entender que su responsabilidad, de cara a los aficionados, estriba en buscar, a partir de una selección del material humano más idóneo, la fórmula que le permita aspirar, dentro de lo razonable, a los mejores resultados... y no, de cara a los críticos, en darles gusto a los eternos inconformes.

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Si el “Vasco” aprovecha exámenes como el que el “Tri” solventará esta noche, en Torreón, ante su similar de Corea del Norte, para dar “otra oportunidad” a jugadores --como Daniel Arreola, Ángel Reyna, el “Venado” Medina y alguno más-- que en sus equipos de club, en las competencias domésticas, han dado indicios de tener la onza de oro en la mano, de demostrar que pueden hacer otro tanto en la Selección, está condenado, de antemano, a que le piten...

¿El motivo?... Su obcecación en “probar” a jugadores que ya han reprobado varios exámenes.

Si, por contrapartida, insiste en los mismos jugadores que regularmente formaban parte del elenco y consiguieron “de panzazo” la clasificación para el Mundial..., lo mismo: al margen de los resultados --de los que todo mundo concuerda en que son secundarios en este tipo de compromisos--, se recriminará a Javier el aparente e inexplicable compromiso de porfiar en respetar la jerarquía de seleccionados a jugadores “del montón”, que no han demostrado tamaños para ello.

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Lo cierto es que, como en los amistosos encuentros de preparación disputados recientemente, el de esta noche en Torreón, sin la presencia de los “europeos” --salvo Jonathan dos Santos, facilitado por el Barcelona porque no está en los planes inmediatos del equipo catalán--, sólo puede servir para que se muestren los jugadores que no han tenido aún suficientes oportunidades en el “Tri”... y para que el equipo siga tomando confianza.

El riesgo que se corre, al menos mientras llegan los sinodales de más nivel que serán rivales del seleccionado mexicano cuando el Mundial esté más próximo, es que las victorias sobre rivales de medio pelo, pueden hacer creer a los aficionados --y, lo peor, a los propios jugadores--, que ya están listos para engallarse y soltar de su ronco pecho el consabido “¡Écheme al gato...!”.