* Onza de oro

El “Chicharito” Hernández está de moda. Y se explica, en función de las muestras que ha dado, de tener entre sus talentos uno que se cotiza estupendamente en el mundo y en el tiempo en que le tocó vivir: la onza de oro de los goles, que en el dilatado reino del futbol puede cambiarse gloria, fama y fortuna.

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La carrera de Javier en el futbol del Primer Mundo, con el legendario Manchester United de la Liga Premier inglesa, apenas está por empezar...

Lo hecho hasta ahora forma parte del preámbulo de su verdadera historia: sus esporádicas --y más bien intrascendentes-- primeras apariciones en las alineaciones del Guadalajara; sus temores, por la falta de continuidad en el primer equipo rayado, de haber equivocado la profesión; el reencuentro consigo mismo, durante la pasada campaña en México; su inclusión --de pura lógica, de elemental justicia-- en la Selección que asistió al Mundial de Sudáfrica; las presiones de la “vox pópuli” (similares a las que hubo en el Mundial del ´78 para que César Luis Menotti alineara a la entonces gran promesa del futbol argentino: Maradona) para que Javier Aguirre lo prefiriera sobre el naturalizado “Guille” Franco; su respuesta, con goles, cuando el “Vasco” se bajó de su macho y lo alineó contra Francia y Argentina; los tres goles en los cuatro partidos en que ha intervenido desde que se incorporó al plantel del Manchester...

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Sostener que el “Chicharito” está predestinado a triunfar en el futbol europeo es, por ahora, un buen deseo. Hay indicios de que puede ser así, porque la gran promesa del futbol mexicano ha dado con firmeza sus primeros pasos con su actual equipo... y, sobre todo, porque el Manchester United parece configurar un entorno propicio para Javier.

No es lo mismo llegar a un gran equipo, con historia, del que es previsible que tomará la iniciativa en la mayoría de sus partidos y que dispone de un plantel rico en individualidades, como le sucedió a Hugo Sánchez cuando llegó al Real Madrid y como le sucede ahora al “Chicharito”, que llegar a equipos de medio pelo --cuando no decididamente mediocres-- como los que han acogido a otros jugadores y les han encomendado el rol de salvadores de la patria: una empresa demasiado grande para sus espaldas... como el tiempo, en casi todos los casos, se ha encargado de demostrar.