* Mesiánicos

Una cosa es que el buen Dios los haya dotado generosamente con atributos para el futbol..., y otra muy diferente que, una vez que se agotó su tiempo en las canchas, tuvieran el talento necesario convertirse en los mesías prometidos para el futbol mexicano.

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Futbolistas hubo, en México, que llegaron a ser sobresalientes. Sin que la lista pretenda ser exhaustiva, los obligados botones de muestra serían el “Trompo” Carreño, el “Pirata” Fuente, Horacio Casarín y Enrique Borja. El “Pirata” incursionó fugazmente en el extranjero, sin lograr la trascendencia que le prometían sus facultades. Los restantes, como varios más que tuvieron clase (Rodrigo Ruiz, Salvador Reyes, Héctor Hernández, Toño Jasso, Benjamín Galindo, Tomás Boy...) pero a los que faltó personalidad, se quedaron con las ganas de trascender el panorama caserito.
De hecho, los únicos que pisaron con firmeza y dejaron huella en el terreno internacional, serían Hugo Sánchez, con el Real Madrid, y Rafael Márquez, con el Barcelona. (Ya el tiempo dirá si el “Chicharito” Hernández, hoy por hoy promesa con el Manchester United, da el grado, o si se queda en la extensa lista de los que nacieron para macetas y, por ende, del corredor no pasaron).

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Hugo, desde sus tiempos de goleador, y Márquez, una vez que cerró su ciclo con el Barcelona y se refugió en el Cementerio de los Elefantes en que se ha convertido el futbol profesional estadounidense, tuvieron la pretensión de erigirse en salvadores del deporte más popular en México. Suponían que la experiencia acumulada en sus años de alternancia con estrellas de primera magnitud, les dio la sabiduría necesaria para tomar medidas orientadas a subsanar las carencias atávicas del futbol en México.
Hugo, que hablaba con el tono doctoral del inventor del hoyo del disco, esperaba convertirse en una versión mexicana de Franz Beckenbauer o Michel Platini: “cracks” en las canchas, primero..., y “cracks” en los escritorios, después. Márquez, sorpresivamente verborreico a raíz del escándalo que epilogó la “era” de Efraín Flores como técnico nacional, se proponía como salvador de la patria, futbolísticamente hablando... a condición de que le entregaran “carta blanca” para manejar al futbol mexicano sin tener que rendirle cuentas a nadie.

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En menor medida, aunque con diplomas mucho más modestos, Cuauhtémoc Blanco encarna el mismo complejo. En los tres casos se comprueba que hay mamíferos que se marean si se trepan en un ladrillo.