Viernes, 23 de Mayo 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Mejor prevenir...

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Se trataría, en caso de consumarse, de una de las clásicas medidas parecidas a las inyecciones: “dolorosas pero necesarias”...
Se trata de que las autoridades municipales, en Guadalajara, consideran seriamente la posibilidad de exigir a Clubes Unidos de Jalisco que reduzca el acceso de aficionados a la planta alta del Estadio Jalisco, con la intención de reducir, en consecuencia, el riesgo de que ocurra una desgracia a consecuencia del desdén de los espectadores a las recomendaciones de Protección Civil, en el sentido de abstenerse de saltar rítmicamente en las gradas del inmueble.
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Sostienen los expertos que la estructura del estadio (cuya tribuna alta se construyó hace 40 años, de cara al Mundial de 1970) se encuentra indemne... a pesar de que, desde hace algunos años, los porristas locales --a imitación de los “barristas” argentinos, principalmente-- tomaron la costumbre de saltar en las gradas. Una costumbre que pudiera parecer inocua, festiva incluso, pero que el sentido común sugiere que puede resultar peligrosa.
Esa costumbre había caído en desuso gracias a que Clubes Unidos había tomado medidas para impedir que los grupos de animación, en masa, se instalaran en esos espacios, y para advertir --y vigilar-- a los asistentes sobre los riesgos de esa práctica. Empero, hace dos semanas, en ocasión del “Clásico” tapatío, se confinaron a la planta alta a una porra de las “Chivas”, cuya euforia generó los consabidos brincos, el movimiento de la tribuna (alguien lo comparó con el de una “ola” de feria), y el temor --por no decir pánico-- de algunos aficionados que, “por si las moscas”, prefirieron abandonar el inmueble.
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Los expertos afirman que el estadio no se daña con los saltos de los aficionados... pero también advierten que, aunque está construido para soportar cargas dinámicas, “el inmueble no está diseñado para eso”. Además, hay el riesgo de que, en algunos de esos movimientos masivos, una o varias personas lleguen a rodar e incluso a caer hasta la planta baja, como ya ha sucedido más de una vez en estadios de Brasil y Argentina.
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En síntesis: aunque la medida pueda parecer antipática, y aunque aún falte complementarla con una vigilancia más eficaz en las tribunas, es a todas luces preferible lamentar que tenga que eventualmente restringirse el acceso de algunos miles de aficionados al estadio, a tener que lamentar una desgracia que pudiera alcanzar proporciones mayúsculas.

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