* Idilio reciclado

...Y el desenlace de la historia, al cabo de tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, fue... el previsible. Toda la tortuosa novela de enredos de los días anteriores fue, sin más, la truculenta crónica de un epílogo anunciado.

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El anuncio, ayer por la tarde, de que Ricardo La Volpe fue, finalmente, el elegido por los dirigentes del Atlas para hacerse cargo del equipo que comenzó la campaña dando tumbos, encontró como réplica... un coro de bostezos.

Lo de menos es que la sabiduría popular enseñe que “No es lo mismo Los Tres Mosqueteros que Veinte Años Después”, que “Nunca segundas partes fueron buenas” y que “El hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra”; (y si es directivo del Atlas, hasta cuatro o cinco)...

Lo primordial es que la presente crisis del equipo rojinegro --la enésima de su historia, por cierto--, desde antes de la renuncia de Darío Franco, desde que La Volpe empezó a “zopilotear” por cielos, suelos y bajos fondos de Guadalajara tras su cese en el Monterrey, sirvió para que se ventilaran, desde todos los ángulos posibles, las perspectivas del desenlace que estaba cantado.

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Sirvió para que los testaferros de Ricardo le dieran vuelo al incensario. Sirvió, por supuesto, para que los nostálgicos recordaran los episodios amables que ocurrieron en la primera parte de este idilio reciclado: los elogios que coleccionó aquel equipo rojinegro, y su mayor aproximación a la gloria: la final que perdió, en series de penalties, ante el Toluca.

Pero sirvió, también, para recordar la otra faceta de La Volpe: su trato despótico y majadero a los jugadores; sus sistemáticas insolencias con la prensa y con sus propios dirigentes; su habilidad para escurrir el bulto ante la crítica, a la hora de los resultados adversos: él nunca se equivoca; él nunca tiene la culpa de nada...

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La decisión tomada por los dueños del juguete, por lo demás, bien vistas las cosas, tiene una utilidad de uso: tanto se insistía en que La Volpe era el técnico idóneo para dirigir al Atlas, que es más saludable tenerlo adentro, como técnico, que afuera, como fantasma.

Ahora el señor La Volpe, a partir de la próxima semana que asuma realmente el cargo y empiece a meter mano en el equipo, tiene la palabra: aquí la bebe... o la derrama.