* Buen deseo

El naciente 2010 muestra, desde el principio, la marca de fábrica: es año mundialista.

Signo de los tiempos: si durante el siglo XX Europa y América se alternaron las sedes de la Copa del Mundo, desde el arranque del siglo XXI se incorporaron otros continentes: Corea y Japón compartieron en 2002 la sede  del primer mundial asiático; en este 2010, Sudáfrica se hará cargo de la primera Copa del Mundo en el llamado “continente negro”, que hasta el Mundial de 1970, en México, estuvo prácticamente marginado de esta competencia. Oceanía está en lista de espera; nada tendrá de sensacional que mañana o pasado se elija a Australia o Nueva Zelanda, países que por derecho propio forman parte del vasto mapa-mundi del futbol, como sede del certamen por antonomasia de este deporte.

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Por lo pronto, la mirada estará puesta en Sudáfrica, un país cuya infraestructura y cuya historia reciente de ruptura con el “Apartheid” le permitieron anticiparse a Camerún, Ghana o Marruecos, ocasionales “equipos cenicienta” por sus sonoras campanadas en los mundiales en que ya han participado.

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En el caso específico de México, si el 2009 se salvó gracias al repunte que tuvo la Selección Nacional en la eliminatoria zonal, merced a la contribución de Javier Aguirre para enderezar el rumbo de un barco que con el timón del “Tri” en las manos de Hugo Sánchez, primero, y Sven-Goran Eriksson, después, iba a la deriva, el 2010 arranca con el buen deseo de que el desempeño de México se signifique, al menos, por la dignidad.

El comportamiento del equipo nacional en la eliminatoria, demostró que México carece de figuras sobresalientes. Sus mejores piezas en ese ciclo, según el consenso mayoritario, fueron Cuauhtémoc Blanco y Giovani dos Santos: un veterano que ya vio pasar sus mejores años, y un prospecto que no acaba de madurar y convertirse en titular —ni mucho menos en luminaria— en ninguno de los equipos europeos por los que ha desfilado.

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Colocar a México entre los favoritos, por supuesto, sería ilusorio. A partir del presupuesto de que Francia se perfila como el más viable líder del grupo, cabe el anhelo de que el “Tri” dispute con Uruguay y el país anfitrión el segundo boleto del grupo para la siguiente ronda.

Desde este inicio del año —que se desea venturoso para el lector amable—, el voto sincero porque así sea.