Jueves, 16 de Octubre 2025
Cultura | Por Martín Almádez

Itinerario

Del Bicentenario y otros bemoles

Por: EL INFORMADOR

Como parte de la vida cotidiana de muchos mexicanos, sobre todo para los capitalinos, se encuentra el Palacio de Bellas Artes o el Ángel de la Independencia, por citar a dos iconos levantados para celebrar el primer centenario de la Independencia de México.

O dentro de las mismas obras emprendidas con ese fin por parte de Porfirio Díaz, la actual y socavada Calzada Independencia, en nuestra ciudad.

Para esos festejos se consideraron siete años como periodo preparatorio. La difusión se presume -y así consta en la hemeroteca de carácter federal- fue abrumadora, a pesar de los medios tan precarios comparados con los de hoy día.
El sentido de los actos celebratorios llevaban el de trascender para las generaciones venideras. Entre muchas otras, la nuestra, que se ha visto beneficiada en un mayor desarrollo urbano, cultural y social, con la construcción de obras como las citadas.

Por ello es difícil no caer en la tentación de la comparación cuando se habla –porque sólo se habla- de festejos para el Bicentenario del inicio de la Independencia. Y al comparar, las preguntas aparecen, evidentemente sin respuesta, ante realidades como estas:
1. El ejecutivo federal a escasos meses de la fecha señalada ha emprendido una agresiva campaña publicitaria sobre la conmemoración del Bicentenario, en la que lo más concreto es la emisión de billetes de 200 pesos.
2. Se han colocado en varios estados de la República, incluido el Distrito Federal, relojes que marcan la cuenta regresiva.
3. No se cuenta con un presupuesto definido y mucho menos suficiente, porque para este objetivo se ha reajustado la partida para 2010 de tal manera que, es casi imposible impulsar cualquier actividad a nivel nacional.
4. El sentido que guardan los posibles proyectos que sin estar presupuestados se anuncian pomposamente en la página electrónica, carecen de trascendencia y sobran de perfil mediático.
5. ¿Ejemplos?: congresos en los que se reunirían delegaciones de burócratas provenientes de países cuyas banderas incorporan un elemento natural, digamos un nopal, una hoja de maple o una vaca pastando, como signos de la preocupación que se comparte por el cambio climático mundial.
En Jalisco no cantamos mal las rancheras. Es más, hacemos bien la segunda. Y conocemos de nuestros propios bemoles. Lo más curioso es que a 10 meses de distancia no se ha conseguido concretar ni un solo proyecto, presupuestado y aprobado por la tan cara por plural y lenta, Comisión encargada de dichos menesteres.
¿En verdad habrán valido la pena ya dos años de sesionar, discutir y proponer proyectos que nadie sabe de su estado y mucho menos de su garantía de ejecución, cuando si algo ha quedado claro es que no habrá dinero para esas prioridades, en el ejercicio próximo?
Ojalá que no se pierda el sentido de la trascendencia, en cualquiera de las dos posibles realidades: lo que se haga y lo que se deje de hacer.

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