Viernes, 26 de Abril 2024
Cultura | El líder de la revolución política

Francisco Ignacio Madero, un hombre de claroscuros

Este año de celebraciones, la investigadora Myrna Cortés Cuesta propone un juicio crítico al llamado “Apóstol de la democracia”

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAY/2010).- Francisco Ignacio Madero es una figura clave en la historia nacional. A él se le asume la paternidad de la Revolución Mexicana de 1910 y su legado se encuentra en los libros, en especial en uno, la obra que él escribió de su puño y letra: La sucesión presidencial en 1910 (1908). Ahí tiene su origen la frase célebre “Sufragio efectivo, no reelección”.

Este 2010, año del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, la historiadora Myrna Cortés Cuesta propone una mirada crítica al personaje histórico.

“Tenemos la responsabilidad de hacer una evolución más detallada y más crítica, porque podemos reevaluar a esos personaje de la Revolución”, afirma la investigadora de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y doctora en Historia.

Cortés Cuesta expresa que “todos los mexicanos sabemos algo de Madero” y ese conocimiento va desde el terreno de la política hasta su vida personal.

Los investigadores señalan a Francisco Ignacio Madero como un hombre de claroscuros que marcó a la nación y cuyo asesinato es considerado una de las escenas más trágicas de México. Otro aspecto valorado es el legado democrático que propuso con su llegada a la Presidencia.

Un paso antes de los reflectores

Francisco Ignacio Madero nació el 30 de octubre de 1873, en la Hacienda de El Rosario, ubicada en el municipio de Parras de la Fuente, en Coahuila. El acta de nacimiento y la constancia de bautizo son documentos que se han digitalizados y están disponibles para el público general en la página del Bicentenario del Gobierno Federal y en el portal del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
Fue hijo de la pareja Francisco Madero Hernández y Mercedes González Treviño. Su cuna fue la heredada por su familia, perteneciente a la clase social alta del Porfiriato.

A los 12 años de edad, junto con su hermano menor Gustavo, ingresó al colegio jesuita de San Juan en Saltillo (Coahuila). Su formación profesional estuvo enfocada al comercio y se desarrolló en el extranjero, siguiendo la tradición familiar.

Estudió en Baltimore (Estados Unidos), en el Liceo de Versalles (Francia) y en la Universidad de San Francisco (California). Entre sus intereses también destacan la homeopatía y el espiritismo, terreno que le llevó a ser el primer comentador mexicano del libro Baghavad Gita.

A su regreso a México, Madero se dedicó a administrar las propiedades de su padre en la región de La Laguna. Su labor en los cultivos le llevó a publicar en 1900 un folleto donde proponía la construcción de una represa, como medida de prevención ante la sequía. El ejemplar mereció una carta de felicitación del presidente Porfirio Díaz (1830-1915).

Tres años después se casó con Sara López. En alguna ocasión, el escritor Francisco Martín Moreno elogió el lugar que Madero le dio a su esposa y calificó a la pareja como moderna.

En 1906 fue delegado del Centro de Estudios Psicológicos de San Pedro de las Colonias en el Primer Congreso Nacional Espiritista.

El interés político

Cortés Cuesta expresa que la figura de Madero está ligada al reclamo democrático y su posición frente al poder en disputa, el de Porfirio Díaz.
Su paso por la política comenzó en 1904, cuando interviene en el escenario de Coahuila y fue articulista de El Demócrata, donde trata temas como la libertad, el voto y los derechos humanos.

La investigadora señala que es necesario recordar que Madero fue un rico hacendado. “Beneficiado por el sistema, gozó de las prerrogativas del sistema Porfirista. Fue un hombre rico que viajó al extranjero y era dueño una de las empresas productoras de algodón más prósperas y más modernas; heredero de una familia que gozó de los beneficios del Porfiriato, pero que no completamente de ellos”.

Para la doctora, uno de los claroscuros del personaje histórico se encuentra ahí, en el hecho de que “fue beneficiado de los privilegios, pero también fue relegado del poder”. Agrega que incluso el abuelo de Madero y familiares ambicionaron el poder político que fue dado entonces a los incondicionales de Porfirio Díaz. “Madero formó parte de la clase porfirista, pero fue excluido. Si un mérito tiene el personaje es que habló del reparto del poder”, afirma Cortés Cuesta.

El vuelco de Madero a la política es algo que su familia fue madurando y se potencializó a partir de que sus empresas compitieron de forma directa con otras trasnacionales, según la historiadora, quien considera que los asuntos comerciales tienen una relevancia en dicho momento.

La sucesión presidencial en 1910


Francisco Ignacio Madero publicó en 1908 el libro La sucesión presidencial en 1910, obra donde expone las principales cuestiones estructurales, la cual alcanza una importante relevancia.

“Para 1908 tenemos ya un Madero que plantea su propuesta a partir de la entrevista Díaz-Creelman, sabemos que es la puerta que abrió las posibilidades, porque Díaz expresó que México estaba listo para que un nuevo poder ocupara el mando del país. Y tenemos a Madero respondiendo a la oferta”.

Luchó en el Partido Antirreleccionista y el 15 de abril de 1910 fue designado candidato a la Presidencia de la República. Su campaña contó con una gran participación y destacados seguidores como Francisco Villa, quien admiraba realmente a Madero.

Después de esas elecciones, cuando se anunció que Porfirio Díaz era reelecto, Francisco Ignacio Madero llama a la Revolución con el Plan de San Luis, fechado el 6 de octubre de 1910, aunque no se escribió dentro de México, ya que éste fue redactado en Estados Unidos. Lo anterior se debió a que Madero era perseguido por la fuerzas porfiristas.

En este documento invitó a los mexicanos a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910.

Madero es el detonante de la Revolución, que es “un proceso complejo que se constituye de muchos a la vez”, pero este hombre inicia el proceso de cambio político, de las elecciones y del ejercicio del voto.

“La Revolución no sólo tiene esa dimensión, incluye otra serie de circunstancias de cambio profundo, si nos vamos a su real significado. Aunque Madero tiene el gran mérito del cambio de poder, también tiene una gran deuda, porque no tocó el sistema porfirista en muchos aspectos. Eso no disminuye la labor de Madero, porque nos dio el primer escalón: la alternancia en el poder, lo anterior en un sistema como el de 1910 tiene un valor incalculable”, explica Cortés Cuesta.

La toma de Ciudad Juárez detonó las negociaciones para que Porfirio Díaz dejara la Presidencia. Con su renuncia, Madero lanzó nuevamente su candidatura, cuyo triunfo fue innegable.

El 6 de noviembre de 1911 tomó posesión como presidente.

“La Revolución de Madero fue una revolución política”, afirma la investigadora, quien señala que él aplazó temas como la Reforma Agraria, prometida a Zapata. “No es tan mártir, porque sí tenía un proyecto claro que no contenía muchos elementos para una transformación social, de beneficio al campesino y al obrero”.

El Plan de San Luis, la gran herencia

Para Cortés Cuesta, la principal herencia de Francisco Ignacio Madero es el Plan de San Luis, “un plan de reforma política, una revolución política”. Se trata de un ocumento heredado a los demás revolucionarios. “Creo que la valoración es que México es un país complejo”, afirma la investigadora.

Agrega que “cuando hablamos de buenas causas políticas citamos a Madero como un percusor de la democracia, que tanto buscamos en términos contemporáneos, pero cuando la historia le hace una evaluación con toda la complejidad de los procesos que se desataron en 1910, estamos ante un Madero un tanto distinto. No se trata de menospreciar a la figura de Madero, pero si hay que aplicarle un juicio crítico, considero que los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución son la ocasión para hacer esos juicios a los personajes de la historia”.

EL INFORMADOR/ MAYA TORRES DE LA O


Una victima de la historia


La investigadora Myrna Cortés Cuesta afirma que la noción de Madero victimado se desprende del fin de su mandando, cuando en febrero de 1913, Victoriano Huerta lo traiciona en un golpe de Estado, conocido como la Decena Trágica.

“Por ese lado, fue un desenlace tristísimo para este Madero valorado por su personalidad apacible, por su delicadeza de modales, por su educación refinada y por su reclamo democrático. En un balance general de los acontecimientos, el hecho de que Huerta haya asesinado a Madero de la forma lo hizo, convierte a Madero en un mártir de la Revolución, pero eso no lo exime de la evaluación de su labor en la lucha de 1910”.


Lecturas


I La sucesión presidencial en 1910, de Francisco Ignacio Madero. La versión digital está disponible en el sitio oficial del Bicentenario.

II Madero, el otro, de Ignacio Solares (Chihuahua, 1945). Es una novela histórica publicada en Punto de Lectura.

III Temporada de zopilotes, de Paco Ignacio Taibo II. Un relato de la llamada Decena Trágica editado por el sello Planeta.

NAVEGA: www.bicentenario.gob.mx/SucesionPresidencial/index.html

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