Viernes, 07 de Noviembre 2025
Cultura | Debussy… y punto

Finaliza el ciclo Música Acuática

Este domingo es el último concierto de la OFJ en su primera temporada del año

Por: EL INFORMADOR

Hoy será el último concierto de Leonardo Gasparini como director titular interino del ensamble.E. BARRERA  /

Hoy será el último concierto de Leonardo Gasparini como director titular interino del ensamble.E. BARRERA /

GUADALAJARA, JALISCO (03/ABR/2011).-  Con música de Debussy, de la que no es muy común escuchar en el Teatro Degollado, y con cantos de sirenas (de lo más parecido al sonido –mortalmente hipnótico y seductor– que emitían esos seres mitológicos… sin contar, por supuesto, la Canción de la Luna, de Rusalka, y los coros murmurantes de Madame Butterfly), se dio el cerrojazo, la noche del viernes, con sala casi llena –como se va haciendo costumbre– en el Teatro Degollado, al ciclo “Música Acuática”, correspondiente a la primera temporada 2011 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco.

Fue, además, al margen de la repetición que tendrá lugar este mediodía, a partir de las 12:30 horas, en el mismo escenario, el último concierto de Leonardo Gasparini como director titular interino del ensamble.
En ambos aspectos, el balance fue positivo. Aunque la programación fue desigual, un tanto anárquica, tanto el nivel musical de la temporada como la respuesta de público resultaron plausibles. Incluso obras como el Triple Concierto, de Menotti, que se incorporó en el postrer programa, suscitaron el aplauso de la concurrencia, a despecho de la etiqueta, al final de cada movimiento. (Ya el tiempo permitirá despejar la incógnita: el de Guadalajara es un público muy vanguardista… o muy snob).

El programa del viernes se abrió con una delicia: el célebre Concierto para Oboe, de Benedetto Marcello (consagrado por el cine a través de Anónimo Veneciano). Domingo Damián Espinoza, oboísta principal de la OFJ, ejerció como solista. Impecable en los movimientos primero y tercero, se sublimó en el segundo, donde hubo, además del oficio de los otros, el plus de la inspiración. El maestro Espinoza no se limitó a tocar –y a tocar bien– las notas: tocó la música.

El Triple Concierto de Menotti ofreció al paladar de los melómanos un platillo de sabor contrastante. Fue un salto de tres siglos en el tiempo: del barroco al contemporáneo. La obra saltó del impresionismo al jazz, pasando, sin el hilo conductor de tramas melódicas bien definidas, por armonías típicas de un romanticismo tardío. Hubo desde combinaciones ortodoxas (los tríos de alientos y de cuerdas) hasta algunas exóticas, como las de piano y arpa con panderos, platillos y timbales.

El equilibrio y la preocupación por los matices que logró el maestro Gasparini en su breve ciclo al frente de la OFJ, llegó a la cima en Nocturnos: tríptico sinfónico para orquesta y coro femenino, de Debussy. La música fue de lo apacible (Nubes) hasta lo encantador (Sirenas), pasando por el tono giocoso, scherzante, del movimiento intermedio (Fiestas). Además de la pulcritud de la batuta, hubo el cuidado porque las aportaciones vocales no fueran eclipsadas por la masa orquestal, especialmente en los pasajes de predominio de los metales.

Ahí queda esa muestra. Ya se verá si hay un valiente que la supere.
Jaime García Elías

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