Martes, 21 de Mayo 2024
Cultura | Presenta su obra su ''Libro de mal amor''

El amor es ridículo y el humor es un cubito de caldo de pollo: Iwasaki

El escritor peruano avecindado en España viene a la FIL para hablar de su Libro de mal amor, publicad por primera ve en México gracias a Cal y Arena

Por: EL INFORMADOR

Iwasaki, escritor peruano pide a los autores no preocuparse por las ventas de sus libros.  /

Iwasaki, escritor peruano pide a los autores no preocuparse por las ventas de sus libros. /

GUADALAJARA, JALISCO (01/DIC/11).- No está pendiente de las ventas de sus libros y de hecho le parece que los escritores deberían preocuparse menos de esos números: “¡Uno no escribe para vender, escribe para disfrutar!”, se burla, sin dramas, Fernando Iwasaki, el escritor peruano mejor conocido fuera de su país además de Mario Vargas Llosa. Y además le parece que la industria se queja demasiado de que se el cuento sea un mal negocio editorial: “¿Qué, Arreola no vende? ¿No sigue vendiendo El llano en llamas, Borges, Cortázar?”.

Pero se lo toma todo a la ligera, con el sentido del humor que, refinado y filoso, rezuma su Libro de mal amor, la respuesta que Iwasaki publicó en 2001 al célebre manual del Arcipreste de Hita y en el que glosa las desventuras de un sujeto —él mismo, pasado por la ficción— que por amor es capaz de cualquier cosa, menos de ser sincero consigo mismo.

Novela compuesta de capítulos que parecen relatos independientes, Libro de mal amor, recién publicado en México por Cal y Arena, echa mano de un particular sentido del humor que, dice Iwasaki, está en el centro de la tradición literaria que le interesa. De este volumen y otros temas hablará este viernes 2 de diciembre a las 20:00 horas, y el sábado participará en el Encuentro Internacional de Cuentistas.

—Los lectores tendemos a imaginar que un libro humorístico y que permite una lectura fluida es un libro sencillo. ¿Cuán difícil fue escribir Libro de mal amor?
—A mí me supuso mucha lectura de poesía, pero sobre todo con la prosa. En este libro hay una serie de frases que parecen ingeniosas en el contexto de lo que se está leyendo, pero que a mí me costaron mucho. Si yo digo: “La verdad te hace libre, pero esclaviza al que la tiene que escuchar y vivir con ella”, lo veo como un aforismo, pero das muchas vueltas para dar con eso. “Cuando fallan todas las mentiras, siempre te queda el recurso de decir la verdad”, también es una frase muy cínica pero, en el contexto de la ficción y dentro de un párrafo, se diluye, cumple su tarea de ser una especie de… aquí también existen los cubitos de caldo de pollo para la sopa, ¿no? Pues es un cubito de eso: hierve y da sabor. Es un trabajo cuya función es que pase desapercibido. Me gusta que me digan que parece fácil aunque debe haber algo más: ese “debe haber algo más”, que diría la cocinera, es el cubito de caldo, que tienes que meterlo concentrado y que hierva.

—Es algo que se reconoce en escritores a los que usted alude: Ibargüengoitia, Cabrera Infante…
—Claro, porque hacer humor no es contar un chiste. El humor te puede hacer reír después de una semana, pero te tiene que hacer reír cada vez que vuelvas a él. Es una bomba de tiempo: la sueltas en un libro y debe explotar con efecto recargado.

—¿Procura esta forma aforística?
—Sí, es lo que hacían Borges, Chesterton, Ibargüengoitia, Cortázar, los escritores que a mí me interesan; lo hacía Julio Torri, otro escritor mexicano que al menos yo he leído con mucho placer.

—¿Y le gustaría verse colocado en esa tradición?
—Sí, yo diría que ahí está mi tradición; es una tradición que utiliza el humor como un cristal deformante a través del cual ve la realidad, pero es la realidad, y tú puedes hablar de política, de amor, de Historia… El seductor de la patria y El miedo a los animales me parecen dos novelas extraordinarias de Enrique Serna, pero nadie diría que son novelas cómicas. Presentan la verdad en su aspecto más rocambolesco y patético, pero es que la realidad es así. La gente, en general, le tiene muy poco respeto al humor. Basta con que una novela sea humorística para que se le pierda el respeto. A mí me parece que la mejor novela de Jorge Volpi, por ejemplo, es El fin de la locura. Yo se lo he dicho: es cervantina, es quijotesca: Aníbal Quevedo es como un Alonso Quijano y tiene a Sancho Panza, esta mujercita con la que siempre está; su editorial es Rocinante…

—¿A usted le preocupa, como a la industria, la desaparición del libro?
—Mira: La Ilíada ha sobrevivido a los poetas ambulantes, a los papiros, a las tablillas de cera, a los incunables medievales, a las ediciones de kiosco… yo creo que no hay ningún problema con que sobreviva también al libro electrónico. El único que puede matar a la Ilíada es Brad Pitt, porque con la película ésta de Troya se han cargado la historia: ¿cómo que matan a Agamemnón en la Guerra de Troya? La frivolización es lo que va a matar a la literatura, no el soporte. Dicho lo cual, yo creo que el libro electrónico es como el Viagra: es una maravilla, pero espero no tener que hacerlo.

—¿Ya que tenga edad, quizá?
—No, ya me va a dar flojera.

IWASAKI EN LA FIL
Viernes 2
Presentación de Libro de mal amor
Salón B, Área Internacional; 20:00 horas

Sábado 3
Encuentro Internacional de Cuentistas
Salón 3, 18:00 horas

EL INFORMADOR / IVÁN GONZÁLEZ VEGA

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