Dietrich Paredes inauguró la segunda temporada de la OFJ

GUADALAJARA, JALISCO (10/JUN/2012).- Con un repertorio de dos compositores de la Europa del Este y uno originario de Venezuela —igual que el director huésped Dietrich Paredes— dio inicio la noche del viernes la segunda temporada de este año de la Orquesta Filarmónica de Jalisco.

Lamentablemente el Teatro Degollado se vio a la mitad de su capacidad, pero los ahí presentes pudieron disfrutar la enérgica conducción del también violinista y director musical de la Sinfónica Juvenil de Caracas.

La introducción la dio una breve y alegre pieza para orquesta de cuerdas, "Fuga Criolla", una de las más interpretadas del maestro Juan Bautista Plaza (1898-1965), ya que transmite su estilo académico-nacionalista. Éste toma elementos de la música folclórica venezolana y en particular el ritmo del Joropo, un antiguo baile campesino de fiesta y reunión familiar.

La orquesta se completó con los metales, las percusiones y las maderas para la interpretación de la segunda pieza, "Francesca da Rimini op.32", autoría del célebre compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893).

En su inicio, los graves inundaron el espacio. Se unieron después los violines y demás instrumentos para crear una atmósfera oscura y asonante, como la banda sonora de una película en la que alguien cae por un precipicio a una velocidad cada vez más acelerada.

Y es que claro, con su predilección por componer obras musicales a partir de personajes literarios, Tchaikovsky buscó describir el segundo círculo del infierno de la "Divina Comedia", obra del poeta florentino Dante Alighieri.

El drama y el dolor de los amantes Paolo Malatesta y Francesca da Rimini, asesinados y condenados al sufrimiento eterno, es descrito  magistralmente en esta pieza compuesta hacia finales de 1876.

Después del intermedio, la orquesta se preparó para interpretar una de las más destacadas obras del compositor bohemio Antonin Dvorak (1841-1904). La "Sinfonía no. 9" es producto de una estancia de tres años en Estados Unidos, a donde acudió en 1892 para dirigir el Conservatorio de Nueva York.

Con la influencia a cuestas de la corriente Nacionalista —nacida precisamente en Europa del Este— Dvorak se inspiró en las melodías negras, o melodías indias, para componer los cuatro movimientos de la sinfonía que se escuchó ayer en el recinto del centro histórico.

Y en efecto, la continua participación de las trompetas evocó por momentos la música de las películas del Oeste. “Estoy convencido de que el futuro de la música de este país debe estar basado en lo que se suele llamar melodías negras”, declaró el compositor al "New York Herald" después de estrenar esta pieza con gran éxito en el Carnegie Hall de Nueva York, en diciembre de 1893.

El repertorio que se escuchó el viernes por la noche en el Teatro Degollado, será repetido este domingo 10 de junio a las 12:30 horas en el mismo sitio.