En 1973, Doug Berner, ex presidente de la Asociación Astronómica de California del Norte, propuso celebrar el Día Mundial de la Astronomía cada 13 de abril, con la finalidad de generar interés por esta rama de la ciencia y para promover las actividades y el conocimiento sobre el cosmos entre el público en general.Con el paso del tiempo se incluyó un par de días más: 18 de mayo y 12 de octubre. ¿La razón? Ambas fechas coinciden con la fase de cuarto creciente de la Luna, según la revista Global de la UNAM.Hoy, 18 de mayo, debemos recordar que México aún tiene el privilegio de poseer cielos azules, oscuros, transparentes y libres de contaminación. Te proponemos cinco planes en compañía de expertos para encontrar esas ventanas al cosmos. Estos safaris celestes tienen como escenarios desiertos y bosques.Comenzamos con la Zona del Silencio, en Chihuahua. Justo en los límites de Chihuahua, Durango y Coahuila, en pleno corazón de la Reserva de la Biósfera de Mapimí, hay un extenso desierto abrazado por cerros. Desde hace décadas, se volvió famoso porque muchos turistas, curiosos y locales aseguran que ahí ocurren sucesos “inexplicables”. Es, ni más ni menos, la enigmática Zona del Silencio. Benjamín Palacios, fundador y director del Complejo Ecoturístico Zona del Silencio, afirma que existe una potente radiación solar que entra a esta región provocando extraños efectos electromagnéticos, mutaciones en flora y fauna e incluso el impacto de meteoritos, algunos de ellos exhibidos en el vestíbulo del Palacio de Minería (Tacuba 5) en el Centro Histórico de la Ciudad de México.Además de su misticismo, la Zona del Silencio también es un destino atractivo por tener uno de los mejores cielos estrellados del país, con la posibilidad de observar la Vía Láctea sin telescopio.“En este valle no hay absolutamente nada de contaminación lumínica ni humedad por el clima tan seco. No hay nada que distorsione la visibilidad. A simple vista, se ve pasar la Estación Espacial internacional, satélites, constelaciones e incluso cosas que no te explicas qué son”, expresa Benjamín Palacios.Dentro del complejo se instaló el Centro de Observación Astronómica Las Pléyades, dirigido por Isaac Ramos Chavira, expresidente de la Liga Astronómica de Chihuahua. En este lugar es posible hacer uso de un telescopio de 12 pulgadas con la ayuda de un experto, para observar el cielo mientras se enciende una fogata y te ofrecen un café.“Con los pies ya en la tierra”, en la Zona del Silencio se descubren sitios fuera de lo común a través de recorridos guiados, como las minas de mercurio abandonadas; las Lomas de las Brujas, de las que se desprenden “chispas de energía”, dicen; el Cementerio de las Reses, un campo que “atrae” vacas viejas y enfermas; las ruinas de la Hacienda de los Remedios; las aguas termales del Ojo de Cueva; y pinturas rupestres elaboradas por los tobosos.Cuándo ir: el complejo abre todos los días del año, aunque otoño e invierno son las mejores temporadas de visita, pues se evita el calor extremo.La Reserva de la Biósfera Sierra Gorda reúne varios microclimas y, por tanto, bellos y exuberantes paisajes, como el Puente de Dios, la cascada El Chuvejé o el Sótano del Barro.Pero también hay una zona semidesértica. En esta se localiza Peñamiller, uno de los mejores sitios en el centro de nuestro país para practicar astroturismo.En medio de peñascos rojizos y cactáceas, la empresa Calaíta también organiza campamentos astronómicos de dos días y una noche para observar, principalmente, lluvias de estrellas (más bien, de meteoros). En todo momento estarás acompañado de un astrónomo experto.La actividad se realiza en un cerro, en el llamado Mirador Estelar.Aunque disponen de telescopios para observaciones más puntuales y nítidas, a simple vista se ven claramente nebulosas, planetas, estrellas y hasta más de 40 estrellas fugaces por hora.Después de este espectáculo de la bóveda celeste que te dejará con el ojo cuadrado, se enciende una fogata para compartir una cena con platillos típicos de la zona, como el chivo tapeado.El guía continúa compartiendo información relevante sobre los planetas y otros cuerpos celestes, y también te enseña a utilizar los telescopios y ver, a través de estos, las maravillas del universo.Cuándo ir: los campamentos se organizan dependiendo de las lluvias de meteoros. Hasta el 28 de mayo se podrán ver las Eta Acuáridas; las siguientes serán de mediados de julio a finales de agosto. ¿Quién dijo que en Ciudad de México no hay cielos estrellados o despejados? Aunque no son comunes, debido a la alta contaminación lumínica, aún hay rincones donde es posible disfrutar del cielo.Uno de ellos es la zona lacustre de Xochimilco, espacio de maniobra del grupo de divulgación científica Astro Camp. Asiste a uno de sus campamentos astronómicos de dos días en una chinampa, muy cerca del embarcadero del barrio La Santísima. Te sorprenderá la oscuridad y el silencio nocturnos.Guiadas por geólogos, astrobiólogos y entusiastas de la astronomía, las actividades incluyen fogatadas y proyección de películas bajo las estrellas. Al caer la noche, es hora de preparar los telescopios. Los guías imparten charlas sobre los cuerpos celestes que se aprecian en esta zona del país, (como la Nebulosa de Orión), sobre la mitología y cosmogonía de culturas antiguas.A la mañana siguiente, cuando la neblina cubre los canales xochimilcas, la “despedida” significa un paseo en kayak para ver el amanecer.Cuándo ir: aunque se organizan campamentos prácticamente todo el año, la mejor temporada es en invierno, cuando el cielo está más despejado. La próxima fecha es el 24 y 25 de mayo.En el centro del país también hay sitios para hacer astroturismo. Uno de ellos es la fértil región otomí, al poniente del Estado de México, entre montañas, peñas y bosques muy fríos.El Ejido Detiña, a unas dos horas y media en auto de Ciudad de México, en el municipio de Acambay de Ruíz Castañeda, es hogar del campamento astronómico Observando el Cosmos, con experiencias que duran dos días y una noche.Los guías son expertos en la astrofotografía, pero también hay físicos, biólogos y aficionados con experiencia. Ellos se encargan de dar pláticas y talleres para que sus visitantes aprendan a utilizar las herramientas de observación y consigan toma fotografías envidiables del cielo nocturno.Su experiencia insignia es el “Tour por el cosmos”. Con la ayuda de un telescopio de 12 milímetros se hace un ‘recorrido’ por el cielo estrellado, mientras uno de los guías explica qué cuerpos celestes se observan en ese momento.Como complemento, en el campamento se organizan dos rutas de senderismo para internarse en el bosque. La primera es bastante ligera, y llega a las faldas de una montaña cercana. La segunda te lleva a un riachuelo y a una capilla antigua; es de mayor dificultad al pasar por varias pendientes.Cuándo ir: el próximo campamento será el 24 y 25 de mayo. Casi siempre se organiza un par de experiencias por mes, aunque las mejores fechas son en primavera y otoño, cuando no llueve.Varios cráteres volcánicos, inmensos sahuaros, dunas de arena y montañas de color ocre: así son los paisajes marcianos de la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar (el más biodiverso de Norteamérica) en Sonora. Esa zona, única en el planeta, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2013.Su clima es extremo: demasiado seco y caluroso, lo que genera un cielo nocturno limpio y transparente. Esto lo convierte en uno de los mejores lugares en México para hacer astroturismo. Por ello, se organiza la “Noche de Estrellas en El Pinacate”, un tour de dos días y una noche para descubrir los atractivos naturales y astronómicos de este desierto.Durante el día se programa una visita al museo y al centro de visitantes Shuck Toak (edificado sobre flujos de lava sólida), en donde se dan pláticas sobre la biodiversidad de la reserva y la cultura tohono o’odham. Afuera del museo, comienza la excursión hacia los inmensos cráteres de tipo maar: El Elegante y El Colorado. También hay que animarse a subir la cima del Cono Mayo, un cráter cónico de ceniza. Al caer la noche ocurre el espectáculo estelar. El astrofísico Alfredo Manríquez es el encargado de guiar la experiencia. Más te vale ponerle mucha atención. Además de contar varias curiosidades del universo, te enseña cómo identificar cuerpos celestes y a orientarte por medio del firmamento.En medio de la quietud y el silencio del desierto, sin necesidad de utilizar telescopios u otras herramientas, podrás ver las estrellas cubriendo todo el cielo, identificar constelaciones y, lo más esperado: contemplar la Vía Láctea.Al siguiente día, después de un viaje “fuera de este planeta”, el tour continúa hacia la costa, a Puerto Peñasco. Pasea un rato por el malecón y, luego, disfruta de una comida regional de pescados y mariscos.Cuándo ir: hay de tres a cuatro expediciones por mes, siendo las mejores en verano por las lluvias de estrellas, aunque las temperaturas suelen ser muy altas.