Domingo, 04 de Mayo 2025

Estas son las repercusiones ambientales que deja el turismo espacial

Las principales empresas de turismo espacial son Blue Origin, Virgin Galactic y SpaceX

Por: SUN .

Los retos para la industria turística espacial tienen muchas vertientes. UNSPLASH / SPACEX

Los retos para la industria turística espacial tienen muchas vertientes. UNSPLASH / SPACEX

El reciente lanzamiento del cohete New Shepard, en la Misión NS-31 de la compañía Blue Origin, de nuevo deja sobre la mesa el tema del impacto ambiental del turismo espacial. 30 misiones turísticas al espacio se han realizado en los últimos cuatro años, y aunque desde sus inicios la industria espacial no representaba una gran preocupación climática, pues emitía menos del 1% del CO2 anual en la atmósfera, actualmente las estimaciones subrayan que esta industria podría crecer alrededor del 20% anual durante la próxima década.

Se calcula que cada uno de los pasajeros de estos vuelos espaciales puede tener una huella de entre 50 y 75 toneladas de CO2 emitidas en cuestión de minutos. Un estudio reciente reveló que el turismo espacial produce partículas de carbono negro más eficientes para calentar la atmósfera que todas las fuentes de hollín que se producen en la superficie terrestre, incluidos los desechos de las aerolíneas.

Sueños multimillonarios

El multimillonario estadounidense, Dennis Tito, se convirtió en el primer turista espacial de la historia, en 2001, al viajar en la nave rusa Soyuz TM-32. Después de una serie de tensiones internacionales, los 20 millones de dólares y la ayuda del legendario astronauta Buzz Aldrin, relajaron la situación; sin embargo, la industria turística espacial empezó 20 años después.

En 2021 Virgin Galactic, la empresa aeroespacial fundada por el británico Richard Branson consiguió ganarle la batalla a Blue Origin (Jeff Bezos) y Space X (Elon Musk), siendo la primera en hacer despegar su avión-cohete Unity 22 sobre la superficie terrestre. Al propio Branson le acompañaron otros cinco tripulantes. Una semana después, el 20 de julio del 2021, fecha coincidente con el aniversario 52 del primer alunizaje (20 de julio de 1969), Bezos, el fundador de Amazon, hizo lo propio acompañado de su hermano y otro par de hombres.

Jeff Bezos, como los otros multimillonarios que le apuestan al espacio, tiene una obsesión con formar comunidades humanas más allá de los límites de la Tierra. Ha descrito su visión influenciada por las propuestas de Gerard K. O’Neill, un físico de Princeton que en la década de 1970 propuso crear colonias espaciales gigantescas en forma de cilindro, que podrían multiplicar el número de personas que alberga la Tierra.

Otro escalón para materializar sus sueños lo condensa Orbital Reef, una estación espacial en desarrollo que albergará a turistas, investigadores y científicos. El plan de desarrollo de Bezos de 100 mil millones de dólares, es un espacio autosuficiente en órbita terrestre baja, que desafía cualquier proyecto de ciencia ficción.

10 minutos y 20 segundos, duró el más reciente vuelo turístico de Blue Origin, con una tripulación femenina encabezada por su pareja, la periodista Lauren Sánchez. Asimismo, la Misón NS-31 de New Shepard incluyó también a la cantante Katy Perry. Más allá del show mediático de portar margaritas o besar el suelo de regreso a Tierra, este tipo de misiones sin objetivos científicos empiezan a ser criticadas por el derroche de recursos financieros y el impacto ambiental.

Las críticas que ha desatado el vuelo también tienen que ver con la representación de una imagen distorsionada del empoderamiento femenino, donde reinaron la frivolidad y los estereotipos más allá de cualquier logro social o científico.

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En este sentido, los cohetes de Blue Origin emplean oxígeno e hidrógeno líquido como combustible. Si bien es cierto que el hidrógeno líquido, combinado con el oxígeno líquido, produce agua como residuo, no es el combustible ideal. Los expertos señalan que el hidrógeno se pudo haber obtenido a partir de combustibles fósiles, es por esto que, es importante subrayar el concepto de hidrógeno verde que se produce a partir de la electrólisis del agua utilizando energía renovable, como la solar o eólica, pero aun así no se trata de materiales inocuos.

Las emisiones de vapor de agua pueden impactar la mesosfera y la ionosfera, dos capas mucho más altas de la atmósfera. Los vapores emitidos a esas alturas por los cohetes, aunque sean menores, tienen un impacto 500 veces más grande que lo expulsado por los aviones. Por otra parte, cualquier cosa que se queme a alta temperatura convierte el nitrógeno que ya está en la atmósfera en óxido de nitrógeno que puede dañar la capa que protege a la Tierra de la radiación del Sol y que se encuentra en lo alto de la atmósfera.

Así, dos terceras partes de las emisiones de estos vuelos suborbitales turísticos sin finalidad científica se quedan en la estratosfera y en la mesosfera, entre los 12 y los 80 kilómetros de altura, durante hasta tres años, mucho más tiempo que emisiones de aviones comerciales en las capas bajas de la atmósfera.

Los lanzamientos espaciales también inyectan partículas en la estratosfera que absorben y reflejan la energía solar, calentando la estratosfera mientras se enfría la superficie. Estos cambios térmicos también conducen al agotamiento de la capa de ozono.

Retos futuros

Las principales empresas de turismo espacial son Blue Origin, Virgin Galactic y SpaceX, pero existen más de una docena de empresas cuyo objetivo es desarrollarse en esta área en diferentes sectores.

Uno de los siguientes pasos en el turismo espacial, es desarrollar el turismo lunar, después del regreso de los humanos a la Luna, mediante la misión Artemisa. Las empresas privadas Space X y Space Adventures, ya planean realizar vuelos en bucle a la Luna, aunque el objetivo de Musk es Marte. Otra empresa, Space Development, incluso ya tiene un proyecto hotelero para desarrollarse en el Planeta Rojo.

Los retos para la industria turística espacial tienen varias vertientes. Por un lado, se trata de desarrollar tecnologías verdes que podrían poner a prueba minimizar el consumo de energía a lo largo de todo el ciclo de vida de una misión espacial (de cualquier tipo), ahorrar recursos y reducir sustancias tóxicas para proteger el bienestar humano y la biodiversidad en aventuras espaciales cada vez más frecuentes y prolongadas; pero también mantener esquemas de responsabilidad social, donde las empresas se comprometan a destinar parte de las ganancias en programas que intenten equilibrar la brecha de quien puede mirar la Tierra desde el espacio, y quien apenas puede sobrellevar la vida a ras del suelo.

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La contaminación espacial no sólo tiene que ver con la nueva industria turística. Existen más de 30 mil desechos espaciales que podrían colisionar con alguno de los más de 4 mil 500 satélites operativos. Hay más de 10 mil objetos artificiales con un peso que supera las cinco toneladas y que se han convertido en objetos especialmente peligrosos. En este sentido, los retos se extienden al desarrollo de tecnologías para la reducción activa de basura espacial, que implican captura y remoción de desechos.

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