Hace meses que estoy buscando la palabra exacta para describir la experiencia culinaria que ofrece Torres Gastrobar, en Logroño. Son muchos los términos nacen en mi mente y luchan por imponerse, sin que me pueda decidir por el más preciso para plasmarlos en esta nota. ¿Delicioso? Sí, pero hay algo más. ¿Exquisito? Sin duda, pero creo que no redondea la experiencia. “Sublime”. Esa es la que mejor captura el momento y las sensaciones que viví en este rinconcito de Logroño. Por la atención. El esmero en cada platillo. El exquisito vino DOCa de Rioja que disfruté. Porque son sabores que a varios meses de haber sido disfrutados me acompañan.Logroño es una ciudad de tamaño mediano al Norte de España, pero que guarda inmensas sorpresas para los viajeros. Capital de la comunidad autónoma de La Rioja, suele utilizarse como una base de descanso y hospedaje con excelentes condiciones para los entusiastas que desean recorrer la mejor ruta del vino de la Península Ibérica. Pero también ofrece una gran cantidad de opciones de diversión y gastronómicas para el aventurero.Y aquí entra Torres Gastrobar (calle San Juan 31), que de la mano de su dueño, Alberto Rodríguez, está convertido en un punto de referencia para quienes buscan disfrutar de una gran diversidad de tapas (preparadas siempre al momento), pinchos y postres con la mejor selección de vinos Rioja. Combinación sencilla, pero poderosa.En el enorme menú de delicias y curiosidades que tiene Torres para ofrecer a los viajeros, hay una que atrae a turistas en general y comelones: La hamburguesita de Kobe. Sí, la carne japonesa famosa por su sabor supremo tiene un espacio preponderante entre los pinchos de este recinto.Servida en un plato de pizarra, con papas fritas y pimientos (sin pan), es una delicia que se debe disfrutar lento para apreciar el jugo y la estructura de la carne. La carne y la preparación son deliciosas y todo está pensado para que en ningún momento pierda protagonismo. Ni este, ni ningún otro platillo.El maridaje en ese caso (y prácticamente todas las tapas y pinchos en Torres), es con un buen vino, ya sea que decidas disfrutar una copa o comprar la botella (ojo, también hay blancos y cerveza). Si bien el Kobe le otorgó un lugar entre las reseñas que hacen los turistas en las redes sociales, hay mucho más para saborearse en la barra. Ojo con la bocata de calamar o con el gua bao de lomo asado con cardamomo y tamarindo. Todo lo anterior, buenos ejemplos de la evolución y complejidad que han ido ganando con los años los pinchos y tapas en la cocina ibérica. Los especiales de temporada por Semana Santa, como el de Pastrami de pecho de buey en bollo de leche con queso de nabo daykon asado es una de las adiciones más recientes a la carta.Una buena advertencia al visitar Torres Gastrobar, o mejor aún, dos: Asiste con hambre, porque vale la pena disfrutar bien de su carta. Y segundo, paciencia, pues el lugar es pequeño y suele llenarse a tope durante las noches, por lo que encontrar espacio en la barra o mesas puede ser un interesante desafío. Eso sí, el premio de esta espera es enorme, o mejor dicho...”sublime”.