Viernes, 26 de Abril 2024

Se ha cumplido el tiempo

La palabra conversión significa un cambio de dirección en el caminar de todos los días

Por: El Informador

La palabra sagrada no esconde ninguna cuenta atrás. Anuncia el hoy de Dios. ESPECIAL

La palabra sagrada no esconde ninguna cuenta atrás. Anuncia el hoy de Dios. ESPECIAL

• Tercer domingo ordinario
• Dinámica pastoral UNIVA

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA
Jonás 3, 1-5. 10

“Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños”.

SEGUNDA LECTURA
Primera carta de san Pablo a los corintios 7, 29-31

“Este mundo que vemos es pasajero”.

EVANGELIO
San Marcos 1, 14-20

“Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.

La liturgia católica ha dispuesto la presentación de la Sagrada Escritura en tres años, y el actual es el segundo, con el Evangelio de San Marcos como guía para que el pueblo creyente vaya en seguimiento, domingo a domingo, tras del Señor.

San Marcos fue discípulo y secretario del apóstol San Pedro y, atento a la voz de su Maestro, dejó en el Evangelio el testimonio de quien muy cerca estuvo de Cristo.

Su estilo es breve, directo, conciso. Nada dice del nacimiento, la infancia y los años ocultos del Señor. Su escrito empieza en ese momento solemne: “Se ha cumplido el tiempo”; es decir que allí está ya el anunciado por los profetas, el esperado por el pueblo escogido: allí está en Mesías.

“Y el Reino de Dios ya está cerca...” Ya no es una esperanza futura y lejana. Allí está ya el Rey, y ha venido a fundar un Reino.

Cuando el ángel del Señor le anunció a María que ella concebiría un hijo a quien pondría por nombre Jesús, le aclaró el misterio: “Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1, 32,33).

Son, por tanto, los inicios del Reino; mas el precursor Juan el Bautista, escogido y llamado a preparar el camino al Mesías, pone una condición para ingresar a ese Reino que ya está cerca. Esta es la condición: Conviértanse... La palabra conversión significa un cambio de dirección en el caminar de todos los días. Los maestros de vida espiritual profundizan en el concepto. Dicen que no basta un cambio de rumbo meramente externo, como quien cambia de trabajo o de casa, sino que se requiere una “metanoia”, palabra griega que indica el cambio interno, profundo del hombre, de su pensamiento, de su voluntad.

Muchos, en los tres breves años de la vida pública de Cristo, llegaron a esa profunda, total conversión; como aquel publicano Leví, que de cobrador de impuestos se convirtió en Mateo, discípulo apóstol, testigo, evangelista y martir. Así de profunda fue la “metanoia” por la gracia de que Cristo pasara frente a su oficina de trabajo y lo llamara con una sola, imperativa palabra: “Sígueme”.

La conversión auténtica es una quíntuple respuesta: Primera: Directamente con Dios, para entablar en adelante un diálogo amoroso y vital; la oración del convertido no es una fría recitación de fórmulas o palabras. Segunda: El convertido, hombre nuevo renacido en el bautismo, es nueva criatura y se esfuerza en identificarse con Cristo, su Señor. Tercera: Es uno, es miembro de una nueva familia, el Reino, la Iglesia, que exige nuevo comportamiento, solidaridad y fraternal esfuerzo con todos. Cuarta: Con los hombres ha de sumar una conducta de amor, de servicio, de apertura. “Da a quien te pida, y no vuelvas la espalda a quien desee de ti algo prestado” (Mateo 5, 42) Quinta: Con el mundo: Sin dejar de mirar al cielo, abonar la tierra que el hombre pisa. El buen cristiano es a la vez buen ciudadano: “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente porque buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia fe es un motivo que obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno” (Gaudium et Spes No. 43).

Conversión ahora, en este tiempo el drama del hombre del siglo XXI es su dispersión interior.

Son muchas y variadas las corrientes del pensamiento que han hecho del hombre un consumidor de mayor calidad, según su capacidad económica. Además del espacio de las ideas, porque en algunos hasta se ha debilitado la capacidad de razonar, de discernir, de juzgar. Se han multiplicado los atractivos para los sentidos, singularmente con la presencia continua de la televisión, el cine y el Internet, arma de dos filos. El hombre se siente a toda hora, atraído por lo fácil, por lo grato, por lo superficial y placentero, Y desarmado para darle un sentido profundo y recto a su vida.

Un mundo de interrogantes lo inquieta, y muchas veces toma la decisión de no pensar, de no preocuparse, de dejar pasar todo y con todo; él mismo pasar una vida sin y sin provecho. Así forma parte de la multitud de árboles que ocupan lugar, pero nunca hay un fruto en sus ramas.

José Rosario Ramírez M.

Inmediatamente

En la realidad no está permitido seguir adelante como si no hubiese sucedido nada nuevo, sorprendente. El tiempo de Dios se ha insertado en el tiempo de los hombres. No para absorberlo, sino para dilatarlo. No para anularlo, sino para abrir un paso más allá. No para decretar su fin, sino para ofrecerle una posibilidad y una dimensión diversas.

La palabra sagrada no esconde ninguna cuenta atrás. Anuncia el hoy de Dios. Conduce al inmediatamente de la conversión y de la respuesta de los llamados a convertirse en pescadores de hombres, aunque no entiendan lo que quiere decir dicho llamado.

Los habitantes de Nínive no esperan ni siquiera el vencimiento fatídico de los cuarenta días. La fe, el cambio de conducta, las obras de penitencia no obedecen a un horario, no respetan un vencimiento que hay que prolongar lo más posible, como se pudiera pensar o hacer para la paga de los impuestos, son la respuesta, ahora, aquí, a la iniciativa de Dios que interviene, no para ajusticiar sino para usar misericordia, no para restringir sino para dilatar los espacios.

El inmediatamente constituye la respuesta debida por parte del hombre a la paciencia interminable de Dios. Cuando Dios dice “todavía” representa la respuesta de su parte a las impaciencias de los profetas de desventuras. El referir: “dentro de cuarenta días” en el calendario de Dios, no son un vencimiento sino un tiempo favorable, concedido al hombre, la estación apta para producir los frutos deseados; es un tiempo de prueba, pero en el sentido de que Dios prueba todavía con el hombre, y eso ha sido en toda época.

La invitación de Dios que se debe manifestar en el inmediatamente del hombre implica dos exigencias: conversión y fe.

Cuatro pescadores responden a la invitación de Jesús y abandonan inmediatamente su viejo oficio para convertirse en pescadores de hombres, hay llamados que no conciben el famoso “voy” que nunca llega, se necesita decisión y ésta debe ser inmediata, si no nunca se dará la conversión.

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