Primero huele a quemado, luego llega el rumor de la luz ambarina y el crepitar del fuego mientras se quema. Vendrá después la explosión de luz en el cielo; la algarabía de todos y la mirada expectante de quien no conoce las posibilidades de la pólvora.Cada febrero, Coyula, en el municipio de Tonalá, muestra que el arte de crear figuras de fuego por medio de la pólvora y el carrizo son tan propios de los tonaltecas como de los maestros chinos que perfeccionaron los métodos usados. Cientos de personas se reúnen para celebrar al Santo Niño Cohetero, y con ellos, la luz danza gracias a los caprichos de los artesanos. La noche se torna en multicolor, hay castillos construidos con la heráldica que brinda la pirotecnia y toritos que embisten con rabia luminosa. El cielo se romperá con los gritos de las fuegos artificiales y la fiesta será tan efímera como intensa, como un suspiro de dragón.DR