Domingo, 05 de Mayo 2024

Pedro López, el hombre detrás del payaso "Eso" que fue asaltado en el Centro

Antes de ser el payaso "Eso", Pedro era un comerciante ambulante que durante 10 años vendió juguetes en el Centro de Guadalajara

Por: Gonzalo Jáuregui

A Pedro no le gusta el payaso y tampoco le da miedo. Para poderlo representar, lo estudió durante cinco meses. EFE / ARCHIVO

A Pedro no le gusta el payaso y tampoco le da miedo. Para poderlo representar, lo estudió durante cinco meses. EFE / ARCHIVO

Ayer, uno de los personajes más conocidos del Centro Histórico de Guadalajara, fue víctima de un asalto y golpeado en el acto. Se trata del hombre que personifica al payaso Pennywise, el payaso bailarín o "Eso", quien según sus declaraciones, fue golpeado en la cabeza con una piedra por hombres que le arrebataron las propinas que recibe de los paseantes que se toman una fotografía a su lado.

De comerciante ambulante a payaso aterrador

Pedro López asusta por necesidad. A veces se mete en los baños de los bares de Chapultepec. Al verlo entrar, los hombres que orinan en los mingitorios o se lavan las manos dejan lo que están haciendo y con un sobresalto en la mirada le gritan: "¡Ya estuvo, payaso, ya estuvo!".

"Hay ojetes que me pagan por asustar. Me dicen: 'Mira, payaso, ¿ves a esa muchacha que está allá? Asústala, Ahí te van 100 varos'". Entonces el payaso llega con la mujer, le toca el hombro y le dice con una voz sin matices: "Muchacha, he venido por ti".

Antes de ser un payaso, Pedro era un comerciante ambulante que durante 10 años vendió juguetes en el Centro de Guadalajara. Tenía pelo, bigote y no se rasuraba las cejas. Pero el ayuntamiento lo sacó de este espacio, su desesperación lo llevó al baño de su casa.

Allí tomó la decisión de regresar vestido como el payaso Pennywise de la película de terror "Eso", estrenada en 1990 y basada en una novela homónima que el escritor Stephen King publicó cuatro años antes. ¿Por qué lo hizo? Porque en Navidad nadie espera un payaso. Y menos uno que asuste. Uno que llegue a "aguadar" la fiesta, como explica con sus propias palabras luego de corretear por la Plaza de la Liberación a una mujer que intentó escudarse en el cuerpo de su novio, quien al verlo también huyó aterrorizado.

Durante la tarde del domingo, este hombre de 62 años de edad se metió entre las personas apelotonadas frente al Teatro Degollado. Pasó a un costado de Mickey y Mimí, de Iron Man y de Peppa, con los que los niños se tomaron fotografías.

Cuando se detuvo, un grupo de personas lo rodeó. Le tomaron fotografías y grabaron sus palabras. Entre la multitud había adultos que arrastraban a niños difíciles que no querían recibir el sablazo de su mirada, jóvenes aterradas y señoras que se preguntaban si era el payaso real, si se había salido de la pantalla y si había llegado hasta Guadalajara en busca de víctimas.

La firme catadura del sol le avivaba los colores a su vestimenta. La peluca naranja, la cara y la calva blancas, unas gotas de azul sobre los párpados, las cejas delgadas como lombrices, la nariz y la boca rojas, la solapa blanca de encaje, el traje morado y amarillo y los zapatotes parecían pertenecer a un payaso cualquiera.

Lo terrible de este payaso que casi no habla era la mirada. Una mirada dura que taladraba el vacío, que provocaba que las señoras se rieran de nervios, que los niños corrieran despavoridos y que las jóvenes lloraran concentradas en su propio estupor.

A Pedro no le gusta el payaso y tampoco le da miedo. Para poderlo representar, lo estudió durante cinco meses. Lo perfeccionó en las Fiestas de Octubre y en los museos del Terror y la Tortura. No ha visto la película, solo tomas con las que aprendió a imitar sus gestos.

Para combatir la fobia que las personas le tienen a los payasos, y en especial a este, durante las noches se acerca a dialogar, pero las personas gritan y huyen. Otros logran vencer su miedo y hasta se toman una fotografía con él.

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