Viernes, 26 de Abril 2024

La rutina de Susana, una estrategia para hacer home office y no perder el orden

Además de libertad creativa, Susana asegura que el trabajo en casa le ha dado la posibilidad de laborar en los espacios que ella decida

Por: Paola Mendoza

Cada vez más empresas implementan el home office ante los beneficios que ofrece. ESPECIAL/Foto de Windows en Unsplash

Cada vez más empresas implementan el home office ante los beneficios que ofrece. ESPECIAL/Foto de Windows en Unsplash

A las 7:00 horas suena el despertador en la casa de Susana y Hugo. A pesar de que ella no tiene que salir de casa para laborar, despierta a la misma hora que su prometido para comenzar con su día de trabajo, tanto en su casa como en la agencia de publicidad en la que está próxima a cumplir ocho meses.

Mientras Hugo se alista para salir a su oficina, Susana ya preparó el desayuno y comienza a checar los pendientes del día.

A través de la plataforma Slack, su jefa y compañeros de trabajo suben las tareas pendientes del día, la semana y el mes. La dinámica de trabajo está enfocada en que los empleados de la empresa sepan con antelación los deberes que deben cumplir con fechas límite para que ellos se organicen.

Después de que Hugo se despide de ella a las 8:30 de la mañana, comienza con la rutina que le ha permitido mantener el orden y, según ella, la cordura para mantenerse en ese trabajo que además de libertad creativa, le ha dado la posibilidad de laborar en los espacios que ella decida.

“El primer mes fui un desastre, me la pasaba en pijama todo el día, sentada en el escritorio, en la sala, en la cama, en ningún espacio me acomodaba y tenía a mis gatas por todos lados. Salía ‘la chamba’, pero mi cabeza siempre estaba toda dispersa, me tocó a hacer varios ajustes”.

La rutina se ve así: a la salida de su pareja del departamento, Susana termina de limpiar la cocina y los restos del desayuno. Para las 9:00 horas ya está en la regadera y lista para trabajar antes de las 10 de la mañana.

Su escritorio está situado a la orilla del departamento, al lado de la ventana en donde se puede observar el paso del Tren Ligero con rumbo al Centro Histórico de Guadalajara, en este espacio está acomodada su laptop, un par de plantas de agua, un estuche de lapiceros, dos libretas y sobre todo ello un tablero con notas de pendientes y fotos de amigos y familia.

Desde las 10:00 y hasta las 12:30 horas Susana teclea, investiga, redacta y envía correos al por mayor, de vez en cuando da sorbos de agua a un bote de dos litros que tiene marcadas notas motivacionales para continuar con la jornada, se estira, voltea por la ventana, checa sus redes sociales, una y otra vez, y vuelve a su computadora.

Antes de las 13:00 horas asegura que ya avanzó con los pendientes del día y comienza los preparativos de la comida de media tarde. Del congelador saca dos pescados y los deja escurriendo en el lavabo de la cocina, prepara comida para dos personas aunque Hugo lo comerá hasta el día siguiente.

Prende la televisión de la sala para tener ruido de fondo e inicia la cocina. Se pasea, baila, platica con sus gatos y al ras de las 14:00 horas está lista para comer. Revisa su celular por sexta ocasión desde que abandonó la computadora, “en cualquier momento me pueden hablar y yo tengo que estar disponible, se supone que estoy trabajando”.

Come sola, en silencio, con el celular en la mano y con el sonido de la televisión de fondo como ruido blanco. No tarda más de 10 minutos en terminarse el plato con pescado, vegetales y arroz, limpia todo y se fuma un cigarrillo.

Para las 15:00 horas asegura que está libre, pero la ansiedad de no tener nada que hacer la alienta a volver al escritorio. Revisa de nuevo los pendientes y los avances, vuelve a la plataforma general y las páginas de sus textos, edita, corrige y se distrae con el celular.

“A veces tengo ganas de salir, pero no tengo a qué, ni para pasear mascotas, mis gatas no salen, entonces les escribo a mis amigas, le escribo a mi novio o sólo me pongo a ver series en lo que regresa Hugo”.

No pasan de las 17:00 horas y ya está acostada en el sillón de la sala, contemplando la pantalla de su celular mientras navega entre redes sociales, habla con su madre, le cuenta su día y prende de nuevo la televisión para ver series.

Una hora más pasa y poco antes de las 18:30 horas Hugo abre la puerta de la entrada. Aquí se acaba la rutina, la tarde y la noche son suyas, hasta que vuelve a amanecer y comienza de nuevo.

JM

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones