José "Pepe" Mujica, exmandatario de Uruguay, marcó profundamente a América Latina no solo por su trayectoria en la política, sino también por las enseñanzas que compartió a lo largo de su vida. Su manera de pensar, expresada con sencillez y honestidad, trascendió la escena política y se convirtió en una fuente de inspiración para muchas personas en diferentes partes del mundo.Durante su paso por la presidencia y más allá, Mujica compartió reflexiones que invitaban a cuestionar los valores predominantes en la sociedad contemporánea. Sus mensajes se destacaban por no recurrir a tecnicismos ni adornos retóricos: hablaba desde la experiencia, con palabras francas que conectaban con quienes lo escuchaban, ya fuera en escenarios internacionales como la ONU o en conversaciones informales con jóvenes y estudiantes.Una de sus frases más recordadas: “Pobres no son los que tienen poco. Son los que quieren mucho”, resume su mirada crítica sobre el consumismo y su apuesta por la austeridad. Para Mujica, el bienestar no se relaciona con la acumulación de bienes, sino con la capacidad de vivir con lo necesario, sin que las posesiones nos condicionen.En esa misma línea, defendía la libertad entendida como tiempo y elección personal. En una de sus reflexiones más citadas dijo: “Ser libre es gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer”. Este pensamiento refleja su convicción de que la verdadera libertad radica en decidir cómo y en qué empleamos nuestros días.Su forma de vida coherente con sus ideas reforzaba el peso de sus palabras. “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”, afirmaba. Mujica elegía una vida alejada de lujos, basada en la sencillez, no como renuncia, sino como una decisión consciente para mantener su independencia.En una ocasión advirtió también sobre los efectos del poder: “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son”. Con estas palabras, resaltaba la importancia de la integridad en la vida pública y la necesidad de mantenerse fiel a los principios, incluso cuando se accede a cargos de influencia.Uno de sus discursos más impactantes fue pronunciado en la Cumbre de Río+20 en 2012, donde expresó: Esta frase se convirtió en una poderosa crítica al ritmo acelerado de la vida moderna y un llamado a valorar el tiempo como nuestro recurso más precioso.Asimismo, su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2013 dejó una huella por su cuestionamiento al modelo de desarrollo global y su propuesta de construir una existencia más humana y equilibrada. Mujica no hablaba solo como político, sino como un hombre comprometido con una visión ética del mundo.BB