Sin duda alguna, será una Serie Mundial de polendas. El encontronazo que inicia hoy en el majestuoso Rogers Centre de Toronto promete convertirse en una de esas epopeyas que hacen historia, en un verdadero choque de trenes entre dos conjuntos que representan lo mejor del beisbol moderno: los Azulejos, esos pájaros azules canadienses que vuelven al máximo escaparate después de largos 32 años de espera, y los Dodgers de Los Ángeles, que llegan con etiqueta de favoritos, buscando la gloria del bicampeonato.La antesala de este duelo no pudo ser más intensa. La serie por el campeonato de la Liga Americana fue una batalla sin cuartel entre los Azulejos y los Marineros de Seattle, que obligó a extenderse hasta el séptimo y definitivo cotejo. Fue una contienda vibrante, digna del recuerdo, llena de dramatismo y jugadas memorables, que tuvo en Vladimir Guerrero Jr. a su principal estandarte ofensivo, y en el tijuanense Alejandro Kirk a una pieza clave tanto detrás del plato como con el bat. Toronto llega al tope de su confianza, consciente de que ha superado obstáculos de toda índole y que tiene en sus manos la posibilidad real de coronar un ciclo de reconstrucción exitoso.Enfrente estará un gigante: los Dodgers de Los Ángeles, ese conjunto de tradición, talento y recursos que ha sabido combinar juventud, experiencia y resiliencia. Bajo la conducción de Dave Roberts, los angelinos han conseguido estabilizar una temporada que, en un principio, parecía destinada al sufrimiento. No faltaron las lesiones, las bajas de ritmo y los altibajos que por momentos los hicieron tambalear en la cima del Oeste de la Liga Nacional. Sin embargo, este equipo tiene el alma curtida y el espíritu de campeón. Superaron los tropiezos, reacomodaron piezas y, como un reloj bien afinado, llegaron en gran forma a la postemporada.Vale recordar que esta campaña de los Dodgers inició con grandes expectativas. Desde el campamento de primavera se hablaba de una rotación de pitcheo profunda, casi de lujo, con hasta diez posibles abridores. Se decía también que peloteros versátiles como Miguel Rojas o Kiké Hernández podrían no tener cabida en el line up, dada la constelación de estrellas que el club había reunido. Pero fueron justamente esos jugadores de rol, los llamados “utility”, quienes se convirtieron en piezas valiosas durante los pasajes más difíciles del calendario.Los Dodgers avanzaron con paso firme desde el comodín, superando a Cincinnati y después a los Filis de Filadelfia, en duelos que parecían de película. Cerraron su camino al “Clásico de Octubre” con una sorprendente facilidad ante los Cerveceros de Milwaukee, equipo que había dominado la temporada regular y que, sin embargo, no pudo con la potencia ofensiva ni con la serenidad táctica de los californianos.Toronto, por su parte, llega con una narrativa muy distinta, pero igual de admirable. Logró su clasificación directa en la última curva del calendario, dejando atrás a los Yankees de Nueva York -un golpe simbólico que resonó fuerte en toda la Liga Americana-, y se consolidó como un equipo de garra y corazón. La juventud de sus peloteros, combinada con la experiencia de algunos veteranos que conocen la presión de octubre, los convierte en un rival de respeto, de esos que nunca se rinden y que pueden hacer tambalear al más pintado.En el Juego 1, el monticular estará encabezado por Blake Snell, el zurdo estrella de los Dodgers, quien buscará imponer su dominio desde el primer lanzamiento frente al público canadiense. Snell, curtido en grandes escenarios, llega con la serenidad del que ya sabe lo que es lanzar en octubre y con una recta que combina control y veneno.Por parte de Toronto, todo apunta a que Kevin Gausman tomará la pelota para abrir el clásico. El derecho estadounidense ha sido el as de la rotación durante toda la temporada, y su slider devastador será el arma con la que los Azulejos intentarán neutralizar el poderío angelino. Gausman conoce bien el peso de las luces brillantes, y el Rogers Centre será su fortaleza.En la previa, los Dodgers parecen tener una ligera ventaja. Cuentan con mayor profundidad de pitcheo, con un bullpen probado en mil batallas y con un line up en el que cada turno es una amenaza. Pero los Azulejos tienen algo que no se mide en estadísticas: entusiasmo, hambre de triunfo y una fe contagiosa que podría marcar la diferencia.Dos equipos con estilos distintos, con filosofías opuestas, pero con el mismo anhelo de gloria. En las tribunas, las banderas ondearán en dos idiomas y los himnos se mezclarán en un mismo espíritu deportivo.