Sábado, 25 de Octubre 2025

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La manosfera

Por: Erika Loyo Beristán

La manosfera

La manosfera

En el año 2004 hice mi examen de grado doctoral que versaba sobre la reconfiguración del espacio público. Tuve la enorme fortuna de ser asesorada y acompañada por la gran Rossana Reguillo. El eje central de mi disertación, se centraba en un análisis complejo sobre la teoría de la imagen de Regis DeBray que hablaba de la composición de tres eras en la construcción de la imagen y el espacio público, la grafósfera, la logósfera y la videósfera; ésta última privilegiada por el enorme crecimiento de la comunicación y la mercadotecnia política. Regis DeBray sigue vivo, y a sus 85 años, ha reflexionado sobre una nueva era centrada en el internet y en las redes sociales, pero la sorpresa, ha sido encontrar que muy por debajo y sin ser reflexionada lo suficiente desde una lógica académica y filosófica, hoy vivimos en una era paralela, llamada la “manosfera”. 

La manosfera, es también conocida como la “machósfera” compuesta de una red interconectada de foros virtuales, redes sociales y sitios web que promueven la misoginia, la masculinidad tradicional y el odio hacia las mujeres. De acuerdo con diferentes análisis, la manosfera se puede componer de diferentes tipos de subculturas que se gestan en todo el mundo y que consideran que el avance de las mujeres está centrado en el odio hacia los hombres desde donde se colocan como víctimas del feminismo y de la mal llamada ideología de género. 

La manosfera se define a partir de la necesidad de recobrar la jerarquía de género desde donde los hombres, ejercen poder, control y dominación sobre las mujeres a quienes solo observan como objetos sexuales. Crea subculturas que se van entretejiendo a partir de considerarse hombres segregados por la sociedad, sobre todo por las propias mujeres.

Existen los que se definen como activistas por los derechos de los hombres que constantemente hacen llamados al control de las mujeres y a resignificar el único papel que consideran que para ellas es viable, como el ser ama de casa. También existen los llamados “incels” o célibes involuntarios y que culpan a las mujeres de no poder sostener relaciones socioafectivas y sexuales por las luchas feministas, la serie de Netflix “Adolescencia”, da cuenta de este hecho. También existe el movimiento llamado “los hombres que siguen su propio camino” quienes deciden solo caminar y convivir con hombres porque consideran que las mujeres les perjudican.

Finalmente han surgido los “influencers de la seducción”, personajes que desde sus plataformas ofrecen técnicas para conquistar a las mujeres a través de métodos tradicionales de enamoramiento pero que corren enormes riesgos de salud sexual y, además, ejercen prácticas de violencia sexual y digital muy graves. 

A estos grupos de la manosfera, se les llama subculturas porque actúan de manera oculta construyendo elementos de identidad que pueden ir desde la ropa, los hábitos y las costumbres, y que funcionan como identificadores de pertenencia y que pueden llegar a ser muy violentos. Lo que articula a todas estas subculturas, es el odio a las mujeres. Interactúan desde el internet y a través del internet, a veces en redes ocultas ejerciendo violencia digital en contra de muchas mujeres en las redes sociales. 

Desde el feminismo, hemos observado con preocupación un incremento diversificado de diferentes formas de violencia digital que se ejercen en contra de las mujeres. La ONU, ha señalado que la manosfera puede generar problemas de salud mental en niños y hombres a través de una idea fantasiosa de la masculinidad que lleva a ejercer autolesiones y comportamientos riesgosos en los jóvenes.

También ha dicho que estas prácticas promueven comportamientos riesgosos y peligrosos de seducción. Al admitir que la libertad de navegación en torno al internet y a las redes sociales, es un derecho que no debe de transgredirse, la ONU ha destacado la importancia de que, en torno a los niños y jóvenes hombres, la navegación por internet sea cuidada por personas adultas a partir de mantenerse atentos a ciertas señales: vigilar que no exista aislamiento social y hermetismo en torno a lo que se consume en dichas redes, también observar si existen cambios negativos en el comportamiento y las actitudes que pueden visibilizarse a partir de ciertos comportamientos hostiles hacia las mujeres. La meta es promover el ejercicio de una masculinidad sana y saludable que sepa diferenciar discursos de odio en redes sociales a través de la empatía, la comunicación, la confianza y la sana expresión de sus propias emociones. Ante el enorme desafío que implica la complejidad de las violencias digitales en la actualidad, debemos mantenernos vigilantes, seguir los consejos de ONU, es una de las tantas cosas que podemos hacer.

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