Ante cualquier conflicto, siempre hay una estrategia infalible para huir hacia adelante: hazte la víctima. Andrés Manuel López Obrador utiliza esa estrategia, convertirse en la víctima, para desviar la atención y atenuar la gravedad del atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva. Con el talento de un paciente psicótico, el egocentrismo de un infante y el cinismo matusalénico forjado en casi cinco décadas de carrera política, el Presidente sugirió que detrás del atentado podría haber una estrategia para dañar a su Gobierno. “Sí puede ser un caso vinculado al proceso de transformación que estamos llevando a cabo y que no les gusta a algunos (...) Pero también que grupos contrarios a nosotros, para afectarnos, hayan llevado a cabo un acto con estas características”. Como si no le bastara, el Presidente advirtió -dando por hecho lo que antes planteó como suposición- que “una vileza” así “no tendría efecto”, pues su seguidores saben de la pureza de sus convicciones.La víctima real, en este caso Gómez Leyva, pasa así a segundo plano para convertirse sólo en un instrumento para amenazar al régimen transformador. En política, la victimización o victimismo se utiliza como una forma de retórica demagógica para descalificar a un adversario en vez de rebatir sus argumentos. En este caso, el Presidente lo utiliza para evitar una confrontación traumática con la realidad: la violencia desborda el México que gobierna. Contra esa realidad, el político mártir busca adversarios ocultos y al acecho. El mentiroso quiere simplemente que crean su mentira. El victimista, en cambio, busca construir una verdad alternativa, indemostrable y producto exclusivamente de la especulación -recordemos los alternative facts de Trump. En la política de las redes sociales y la hiperconectividad, en donde la mañanera se inserta como una exitosa mercancía propagandística, importa no tanto aquello que se demuestra con hechos como lo que se insinúa como probable. Difama, que algo quedará, dicen los maestros del arte del agravio. Nunca como en esta época la frase ha sido tan penetrante y efectiva. Es difícil refutar al Presidente porque todas las mañanas basa su estrategia en sugerencias de este tipo que no son afirmaciones categóricas. En cambio es fácil demostrar cuando el Presidente se victimiza. Otra forma de demagogia para enmascarar la realidad. jonathan.lomelí@informador.com.mx