Jueves, 28 de Marzo 2024

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Utopía para caminar

Por: Dolores Tapia

Utopía para caminar

Utopía para caminar

Por la vida, carajo

Hemos llegado a la 5ª edición del Festival de Cine & Artes de Tapalpa. Y hoy me permitiré escribir sobre ello.

El lunes, la productora Lola Bianchi –con quien tuve el gusto de trabajar en el año 2010, allí mismo, en Tapalpa- recibía a todo el equipo técnico que nos echa la mano y hace un gran trabajo para el festival. Miré los camiones atravesar la plaza y pensé en el invierno del año 2004 cuando conocí la sierra y comencé a trabajar con el apoyo de toda una comunidad, de empresarios, de artistas y de un equipo que daba forma al núcleo creativo de El Juguetero; entonces nos pusimos a hacer teatro. Era nuestro lenguaje, era nuestro tiempo y sucedió la magia.

Me reía mucho cuando los teatreros me preguntaban –como si fuera mejor, más legal, más legítimo: ¿por qué no te vienes a los teatros de la ciudad? (¿Por qué no hacer algo diferente? Pensé siempre). Algunos que tenían la osadía de subirse con nosotros en el invierno al cerro, quedaban enamorados del proyecto, de los espectáculos, de cómo vivíamos y cómo hacíamos algo rarísimo allá arriba. Otros no, pero éramos felices. Era su tiempo.

En el año 2013 lanzamos un festival de cine, porque podíamos y porque ya lo he dicho: Exhibir cine en una plaza pública y convocar a una comunidad, me remite a la era cuando los hombres nos uníamos alrededor del fuego para contar historias.

Oigan: No dejen de contarle historias a sus hijos. Nunca. Nos corresponde a nosotros preservar la memoria, hacer eternos los hechos míticos de nuestra historia; cómo te enamoraste, cómo forjaste una pandilla de soñadores incr eíblemente leales, cómo alguien marco tu vida, cómo dejaste huella en los otros. Las historias hablan –también- de lo que vamos extraviando en el camino; el consuelo, el perdón, la ilusión y la esperanza por eso, contarlas, nos ayuda a recuperarnos.  Gente como yo, para ello existimos.

Personalmente, inicié con el proyecto del Festival de Cine porque en el año 2013  necesitaba recuperar la esperanza (había pasado largas temporadas en Madrid, había cambiado de trabajo varias veces, había enterrado un par de muertos y no lograba ver la luz) y el único lenguaje que conocía que podía convocar a toda una comunidad –como un ansiado amanecer-, era el cine. El cine no sólo nos regresó la ilusión, sino que además nos ha regalado raudales de belleza. Hoy, agradezco (en este hermoso fin de ciclo) a Lola Bianchi, a Alejandra Hernández, a Nayeli Alcantara, a Salvador Hernández, a Irma Enriquez, a Natasha Barba por acompañarme a despedir un trozo de belleza, porque a ella también hay que dejarla ir, porque la utopía existe, para seguir caminando (dijo Galeano). Gracias.

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