Jueves, 18 de Abril 2024

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Un juego entre dos culturas

Por: Martín Casillas de Alba

Un juego entre dos culturas

Un juego entre dos culturas

La cultura surge en forma de juego, tal como concluye el holandés Johan Huizinga una vez que define una de las etapas de nuestro desarrollo como homo ludens asegurando que la cultura es el desarrollo del juego, como ahora lo pudieron experimentar en Basel, Suiza, cuando Cristina Kahlo expuso Posthispánico MX, uno de esos juegos entre dos culturas.

“Por encima de nosotros el ángel juega siempre”, dice Rilke en una de sus Elegías del Duino y cuando conocemos lo que Cristina pudo mostrar en ese país y resulta que lo apreciaron, entonces, pudo comprobar que el desarrollo del juego es el origen de la cultura.

Tuvo éxito con la obra que presentó en la galería Belle View (Ort für fotografien) bajo el patrocinio de la Stiftung Bartels Fondation, zum Kleinen Markgräflerhof, sus anfitriones para que pudiera exponer, guiar y dar conferencias durante casi un mes en esa ciudad a orillas del Rin.

Cristina juega con figuras y esculturas de obras prehispánicas, intervenidas para lograr la “intervisualidad, el nuevo lenguaje visual e histórico” como lo define Graciela Kartofel, en donde logra acercarlas en el tiempo, contrastando lo construido con lo que podría ser ahora en el posthispánico en México.

Cuando la artista interviene la escultura Olmeca llamada el Guardián, colocándole ‘ojos’, automáticamente se lleva a cabo la metamorfosis y del ‘pre’ al ‘post’ antes de seguir jugando con un tríptico en donde ha puesto al centro la escultura ‘pre’ de una mujer o diosa maya que parece que canta. A los lados, una señora y una joven con rasgos mayas: la señora enfadada, adornada con un collar que intervino la artista rojo chinchilla; la joven, sonríe desnuda del cuello, posando para el escultor de nuestro tiempo. Las fotografías en blanco y negro las interviene de manera sutil, con delicadas coloraturas en lugares apropiados.

Como la intervención de varios espacios para lograr “Veinte maneras de ver el Anahuacalli”, un monstruo de edificio, transformado con ese color, en algo tolerable.

Juega y por eso nos presenta una historieta con nueve imágenes en la siguiente secuencia: empieza con el Popo y su exhalación, una fumarola como señal de humo que se eleva como un hilo blanco ascendente; en las siguientes cuatro secuencias el humo se va transformando en un mapa de la República que flota por los aires hasta que desaparece por el cielo y el volcán se quede inerte, como el rey del universo y como si no hubiera pasado nada... tal como esa famosa parodia de Hipócrates de ‘yo no fui, fue Teté’, inocente de lo que fue capaz de hacer con un final feliz: majestuoso y despejado, solo y su alma, rodeado por un azul apacible, sin fumarola alguna, como a veces lo vemos en el invierno.

Juega con la carita sonriente o, más bien, con ocho caritas (2 por 4), tal como esa que vio Peter Brook cuando estuvo en México a finales de los 60’s, quien al verla dijo: “Así es como quiero que salga el público después de ver el Sueño de una noche de verano que voy a montar en Stratford-upon-Avon”. Ron Rosenbaum, maestro de Yale, fue a verla en el verano de 1970 y le resultó ser “un parteaguas en su vida y como si le hubiera caído un rayo para ser transportado física y metafísicamente hablando a una altura nunca antes ni después alcanzada”.

Cristina colocó las caritas sonrientes al lado de una joven que podemos conectar con esa carita, pues sonríe ampliamente y con su sonrisa llena el espacio, como si quisiera recordarnos cómo es que debemos atender la vida con humor, como esa pieza prehispánica que también tengo en mi estudio para que no se nos olvide que, en esta vida, no hay que tomar las cosas tan en serio.

Cristina jugó con todo esto y lo llevó a Basel en donde tuvo éxito tanto con la crítica europea, como en el mercado del arte fotográfico.

(malba99@yahoo.com)

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