Martes, 21 de Mayo 2024

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Tormenta perfecta

Por: Diego Petersen

Tormenta perfecta

Tormenta perfecta

Ya comenzaron a llamarle tormenta perfecta a la conjunción de nubarrones que se ciernen sobre la economía mexicana: coronavirus, desplome de los precios del petróleo, desplome de las bolsas, deslizamiento del peso a un precio de arriba de 21 por dólar, reducción (mal gasto) del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, caída en la perspectiva de crecimiento. Los primeros factores son los verdaderos nubarrones, los últimos son la debilidad de la casa ante la tormenta.

Es cierto: nada puede hacer el gobierno de México frente a un virus que sale de China, provoca una reducción de la producción, la caída del consumo de energéticos, desacuerdo sobre topes de producción en la OPEP y una especie de pánico expresado en las bolsas de todo el mundo. Lo que sí le toca al gobierno es tener una casa sólida que aguante las tormentas y es ahí donde surgen las dudas.

Es poco o nada lo que el gobierno puede hacer para que no nos caiga el chubasco que viene

Haber echado mano del Fondo de Estabilización para cubrir la falta de ingresos del año pasado, porque la economía creció menos de lo esperado y por tanto se recaudaron menos impuestos, sí es responsabilidad del gobierno. La reducción en las perspectivas de crecimiento tiene que ver con la caída mundial de la economía, sí, pero principalmente con la falta de confianza de este gobierno hacia la inversión privada nacional. No podemos saber si la falta de ingreso petrolero por la caída de precios será una cuestión de días o meses, pero lo cierto es que el techo que habíamos construido para protegernos de ello, el famoso fondo, es ahora de la mitad del tamaño que hace un año. En una situación así al gobierno no le queda más salida que recortar el gasto y eso para cualquier gobierno es terrible.

La confianza es un tema mucho más complejo, pues no se trata solo de invitar a los empresarios a comer o cenar atole y tamales a Palacio, sino de dejar de enviar señales encontradas dentro del gabinete: el discurso de Herrera y Romo choca permanentemente con el de Bartlett, Nahle, Romero y Alcalde. Esto es, lo que demandan los inversionistas no es una cuestión de ideología política (las cúpulas empresariales son muy ideológicas; los ricos no), sino certeza a mediano plazo, reglas claras que permitan tomar decisiones.

Es poco o nada lo que el gobierno puede hacer para que no nos caiga el chubasco que viene, pero sí puede hacer mucho para que no nos inundemos y haya el menos número de empresas ahogadas en el camino. 

(diego.petersen@informador.com.mx)

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