Martes, 23 de Abril 2024

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Tenamaztli

Por: José M. Murià

Tenamaztli

Tenamaztli

Gracias a la esforzada Comisión Estatal de Derechos Humanos, el nombre del llamado Francisco Tenamaztli, soslayado sistemáticamente por la españolería mexicana ha tenido un ligero resurgimiento.

Su estatua, que no es fea, fue trasladada, hace más de treinta años, del parque “Alcalde” al barrio de Analco. Ha sobrevivido ahí con poca pena y gloria.

Que yo tenga memoria la última guardia, con flores y todo, se la hicieron Miguel León-Portilla y este servidor en 1992, a la sombra del Quinto Centenario del Encuentro de Dos mundos, cuando faltaba poco para que volara el dicho barrio por los aires, por obra y gracia de la corrupción del PEMEX salinista.

Lo cierto es que se aprovechó una visita del más distinguido de los nahuatlatos para realizar la ceremonia. Pero el caso es que se hizo y no ha habido otra hasta que la dicha CEDHJ tuvo la atingencia de hacer otra.

Quiero recordar que, durante mi gestión al frente de El Colegio de Jalisco, se le impuso el nombre del valiente cazcán al auditorio de dicha institución, a pesar de la oposición de algún yahualicense hispanofílico. Ha sobrevivido a las importantes mejoras que le hizo la administración que me sucedió y a un intento por cambiarlo de parte de la administración actual.

Su estatua, que no es fea, fue trasladada, hace más de treinta años, del parque “Alcalde” al barrio de Analco. Ha sobrevivido ahí con poca pena y gloria. 

También vale señalar el empeño del Ayuntamiento de  Nochistlán, Zacatecas, de premiar con estatuillas de Tenamaztli a ciertas personas, y que un reconocimiento con su nombre ha concedido el Centro Universitario del Norte, de nuestra máxima casa de estudios. Por cierto, que se ha entregado a algunos que no tienen idea siquiera de la grandeza de Tenamaztli y se ha hecho, a cambio, caso omiso de personas como Carlos Gómez Mata, el cronista de Lagos de Moreno, quien realizó el último estudio publicado sobre el rebelde indígena, que considera prácticamente todo lo que se sabía de él más lo que el propio autor averiguó escarbando aquí y allá, que fue mucho.

Sin embargo, cabe reconocer que su obra, titulada Alzamiento, guerrilla, destierro y muerte de Tenamaztle. Eslabón de la guerra chichimeca, reconoce el sustrato proporcionado por un par de indigenistas de enorme prosapia. El más reciente es ni más ni menos que el citado León-Portilla, con su libro La flecha en el blanco (Coljal. 1995), reeditado por otras empresas después, en el que define al héroe como el ”precursor de la defensa de los derechos humanos”. El otro autor es bastante más antiguo: se llama Bartolomé de las Casas, quien legó el testimonio de varias pláticas que sostuvo en Valladolid con el propio Tenamaztli…

Vale la pena considerar también las obras octogenarias de José López-Portillo y Weber, abrevadero de otros estudiosos de la llamada Rebelión Cazcana, de la que Tenamaztli resultó ser una pieza clave. 

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