Te pareces tanto, Gertz, a una enredaderaLa segunda conferencia del fiscal general Alejandro Gertz sobre el Rancho Izaguirre de Teuchitlán sólo enredó más el caso.Ofreció una certeza: descartó un centro de cremación masiva, pero sembró más dudas.En su última declaración mencionó que habían localizado restos óseos humanos en el rancho; ayer se contradijo y señaló que faltaban estudios para confirmarlo. Un absurdo.Sugirió también que las prendas halladas por las madres buscadoras en marzo de este año no estaban en el rancho cuando fue asegurado en septiembre de 2024; sólo había –dijo– unas bolsas negras con ropa (mostró tres en una foto) en otro punto del rancho.Con esto inoculó la teoría de las prendas “sembradas”. La sola duda sobre el origen de la ropa y zapatos basta para especular infinitamente. Extrañamente, ningún medio lo cuestionó sobre el punto.Aunque Gertz insistió en que la FGR sería profesional y transparente en la indagatoria, en los hechos se dedicó a suavizar la versión del llamado “rancho del horror”.Al evadir detalles clave y limitarse a declaraciones vagas sobre la colaboración institucional, Gertz envió un mensaje político más que jurídico: aquí no pasó nada demasiado grave y la fiscalía de Jalisco está protegida pese a sus omisiones.No hay un solo funcionario o ex funcionario de la fiscalía estatal procesado por el desaseo en la investigación de Izaguirre como el abandono del inmueble y el robo de vehículos asegurados por la falta de resguardo. Nada por las deficiencias en la investigación, la colusión de alcaldes, funcionarios municipales o estatales. El rosario de omisiones señaladas y criticadas por Gertz en la anterior conferencia desapareció.Este gesto resulta preocupante. La FGR está respaldando indirectamente estas deficiencias operativas y administrativas. En el fondo, lo que se observa es una maniobra política de control de daños.El Gobierno federal parece más interesado en evitar escándalos mayores que en procurar justicia auténtica y transparente. Esta actitud genera desconfianza y pone en duda la capacidad real de esclarecer un caso que por sí mismo evidencia una crisis profunda de impunidad y complicidad institucional.Este tipo de maniobras pueden ofrecer un alivio temporal en términos políticos, pero no resuelven los problemas estructurales de justicia e impunidad en Jalisco. La ciudadanía merece explicaciones concretas, no juegos discursivos.Esta no es una investigación judicial seria. Tampoco es un proceso de impartición de justicia. No parece, en definitiva, un caso manejado profesionalmente por la fiscalía de una República.