Viernes, 29 de Marzo 2024
Ideas |

Si mi papá viviera…

Por: Mara Robles

Si mi papá viviera…

Si mi papá viviera…

En estos días de pandemia-coronavirus, el doctor Joel Robles se aparece por todos lados con su bata de médico y su melena blanca y, quienes lo recuerdan, me inquieren ¿qué hubiera hecho él? La respuesta de mi mamá fue una exclamación: “¡Uhhh. Ya hubiera sellado la casa! Ese correcaminos…”. Para mí, esa frase lo resume todo. Si el método coreano es “pronto, pronto”, mi papá siempre tenía prisa.

Pero intentaré que se imaginen lo que era vivir con un epidemiólogo en casa, el maestro de decenas de generaciones de estudiantes de medicina, el fundador de la maestría en Salud Pública de la Universidad de Guadalajara y del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Civil de Guadalajara, del que fue su director hasta casi caer muerto ahí mismo; del militante sindicalista del Águila Descalza del IMSS.

¿Qué diría él? Impensable hablar en su nombre. Si algo tenía es que nadie le impedía decir lo que pensaba, así que no haré el patético ejercicio de poner mis palabras en su boca. Lo que haré en su honor es contarles lo que él hacía, y saque cada quién sus conclusiones.

Lavado de manos. Era una obsesión casi patológica. Nos persiguió desde niños con una consigna: “El agua y el jabón han salvado más vidas que la penicilina”. No lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño era un crimen impensable de perpetrar. Familiares, compañeros de lucha y visitas (que eran legión) eran sometidos al mismo rigor. Nadie se sentaba a la mesa sin pasar por el lavabo, aunque mi mamá le implorara: “Joel, no seas grosero con la gente. Ellos saben lo que hacen”.

Estadística: La veneraba. Centenas de estudiantes de medicina, enfermeras sanitaristas, personal administrativo y, por supuesto, en casa, podemos dar fe de su confianza dogmática en la moda, la media y la mediana, la campana de Gauss y las calculadoras científicas. Cuando apareció el SPSS (Statistical Package for the Social Sciences) dio el grado de guerrillero a quien le ayudara a entenderle. Porque eso sí, clases, instructores y toda clase de computadoras de por medio, las habilidades digitales no eran su fuerte, pero no le faltaban militantes que le “corrieran” sus hipótesis. En síntesis, él sí sabía qué significaba “crecimiento exponencial” de una pandemia.

Política de compra de insumos para la prevención: Todas las novedades para la oficina y hospital debían ser adquiridas ¡ya! El doctor Joel era famoso desde el Office Depot hasta en telemarketing por su militancia a la máxima de Guadalupe Loaeza: “Compro y luego existo”. A cuatro años de su partida, seguimos usufructuando de su papelería. Doble contra sencillo: En esta su casa estaríamos inundados de jabón y sanitas, geles antibacteriales y de todos los modelos de termómetros infrarrojos. Máximo el 7 de febrero, él ya habría recibido cajas y cajas de respiradores N95 y el más seguro y sofisticado traje de astronauta para él, su equipo y sus nietos médicos y, por supuesto, habría perseguido ad nauseam a todos los directivos del Hospital Civil y del IMSS hasta que los compraran. No toleraba que el personal estuviera en riesgo.

Vigilancia epidemiológica: El día que AMLO decidió quedarse en plantón en el Zócalo, mi papá votó a favor. Asumió que se quedaba y no pensó en su reciente tromboembolia ni en dónde iba a dormir: se lanzó de inmediato al centro de la plaza a instalar el consultorio médico y el Centro de vigilancia epidemiológica. Nos dijo: “Esto puede ser un problemón de salud pública: diarreas, gripas, toda clase de contagios. Tenemos que conseguir medicina para los hipertensos”. Buscó a sus amigos, los otros médicos y trabajadores de la salud, del movimiento, los de la lucha de toda la vida. Trabajó incansablemente TODOS los días haciendo visitas a los pabellones de los estados, censando, tomando notas en libretas, llevando registro de TODO.

Hospital Civil de Guadalajara. Lo idolatraba, no exagero. Ahí se hizo cirujano, cómplice de las monjas para operar a más pacientes. Jamás llegó después de las 7 de la mañana. Su mayor elogio era: aquí se puede operar y curar cualquier cosa, es un hospital de guerra. Ahí vivió la epidemia de H1N1. Adoraba los enjambres de estudiantes alrededor de los enfermos, y cuando su asiento en el Comité de Vigilancia Epidemiológica del Estado de Jalisco no le ajustaba para su causa, para eso estaban los volantes y su equipo de sonido “Radson” que infinitas veces instalamos en su Brasilia. El megáfono iba de planta.

IMSS. Su otro corazón y el foco de la rebelión. Desde que causó conmoción cuando lo reprendieron por poner a todo el personal, los familiares y hasta a los pacientes a barrer la Clínica 3, hasta las innumerables campañas de vacunación planeadas desde la Clínica 2, las que lo llevaron el 22 de abril a plena calle de Gante.

Derechos de los médicos, las enfermeras (perdón por el lenguaje, pero en sus tiempos todavía el mundo de la salud era sexista), los intendentes, el personal de farmacia, CEYE, mantenimiento y de cocina del IMSS. Todos ellos para él eran lo fundamental. Cuando fundaron el movimiento sindical democrático el “Águila Descalza” hizo mitin, marcha, plantón, volanteo y hasta huelga de hambre en defensa de sus derechos. En el Hospital Civil también luchó por el derecho del personal de la salud a pensión y jubilación.

Dice mi mamá: “El problema sería qué hacer con AMLO”. No sé qué opinaría de su actitud frente a la pandemia del coronavirus. Creía en él, lo apoyó hasta el final, no le tocó verlo Presidente. Era un hombre genéticamente crítico. Me lo imagino desesperado, tratando de hacerle llegar información, llamando a Asa Cristina Laurell, al propio Hugo López-Gattel, tratando de intervenir en “las mañaneras” frente al televisor como aficionado de las chivas. Me hubiera gustado mucho saber de qué estaba hecho mi padre cuando se contrapusieran sus convicciones científicas contra su filiación política, pero eso es materia de psicoanálisis. Hasta donde vivió fue congruente, indómito. Me quedo con eso.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones