La búsqueda de la candidatura a la presidencia de México, por muchos actores políticos, es sorprendente. Es como si todos los aspirantes tuvieran la certeza de que se transformaron en los elegidos para salvar a la patria a pesar de que en su paso por la vida, pública y privada, no dieron evidencia de hacer acciones concretas por el bien de la población, ni de México.Ninguno de los inscritos al INE, para ser candidatos independientes, tiene una trayectoria que haya incidido en una mejor calidad de vida de la población, aún de pequeñas comunidades, salvo MariChuy Patricio Martínez, indígena que emerge desde la legitimidad de la acción comunitaria.Tampoco Margarita (que sigue los equívocos pasos de la testarudez de Hillary Clinton... que abrió la puerta al peor populismo), y que aterrorizada por las fechas de registro y ante la posibilidad de no ser “la candidata” a la presidencia por el Frente Ciudadano por México, rompió con el partido en el que nació, que la cobijó y que le dio espacios para su lucimiento... sin embargo, no lució. Diputada, nunca por elección popular, fue “estudiosa, servicial, leal”, dijo Martínez Cázares...Pero también fue muy poco solidaria con los mexicanos, pues en su periodo como diputada apoyó y votó para gravar con el IVA a medicinas y alimentos, a pesar de que la mitad de la población en el país está en límite de pobreza.Y en su papel como Primera Dama, no hizo nada más que lo usual. Porque teniendo una invaluable oportunidad, no hizo mejoras sustanciales en el cuidado de la niñez, ni en la atención a la población vulnerable. Pasó sin gloria, pero con enorme pena por su intervención a favor de su familia y en contra de las víctimas del caso de la Guardería ABC.Por si fuera poco, en la reciente emergencia por el sismo estuvo totalmente ausente. Entonces, todo evidencia que no le alcanza para gobernar un país como México.Y desafortunadamente, para ella, no la cubre el beneficio de la duda en cuanto a su actuación y apoyo a las decisiones equívocas del sexenio de Calderón, ya que en entrevista reciente señaló: siempre he tomado mis propias decisiones. Así, nada de lo que ocurrió entonces, le fue ni ajeno, ni impuesto: estuvo de acuerdo.Pero su tenacidad y la de Calderón, dice la suspicacia mexicana, tiene un turbio mar de fondo, porque quizá, sólo quizá “sufragio efectivo, no reelección” abarque también a la familia directa de los ya elegidos como presidentes; porque dicen algunos: en sociedad conyugal gobernaron y en sociedad conyugal pretenden regresar. Una preocupación que descubre cómo se intenta hacer agujeros bajo una caja de Pandora difícilmente cerrada, a costo de sangre y muchas vidas, en la Revolución Mexicana.Porque ni a Porfirio Díaz, listillo como era, se le ocurrió que en lugar de poner a Manuel González como presidente puente para engañar a los que pedían elecciones libres, podría haber puesto a su gentil esposa Carmelita, una persona que gozaba de simpatía, y entonces, sin tenerse que ir un periodo, seguir gobernando al alimón desde la alcoba.Lo que deja al descubierto que quizá, sólo quizá, Calderón, sin bajarse del escenario político, siempre amasando a favor de su esposa, le esté enmendado la plana a Don Porfirio y, hoy, le da lecciones de cómo armar una dinastía en el poder y gobernar, otra vez, burlando el sufragio y a los mexicanos.
