Martes, 16 de Abril 2024

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Servir a dos amos

Por: Armando González Escoto

Servir a dos amos

Servir a dos amos

Con demasiada frecuencia los funcionarios públicos piensan que se puede servir a dos amos, es decir, a la sociedad que les paga y al padrino que los promovió al cargo, no es tarea fácil, menos aún si el número de amos se multiplica.

Como consecuencia del deficiente sistema político que tenemos, las candidaturas a cualquier cargo público de elección popular pasan siempre por la decisión de un padrino, en ocasiones ese padrino ocupará un cargo de mayor rango, lo cual hace más difícil el trabajo del ahijado, a menos que se persuada, como es lo más ordinario, de que servir al padrino deja más dividendos económicos o políticos que servir a la comunidad.

Las consecuencias se hacen desastrosas. Si un alcalde advierte que recibe un erario en bancarrota, no puede ni mencionarlo, porque su antecesor fue su padrino, si un alcalde se da cuenta de que tales o cuales obras del anterior edil no funcionan o fueron crasos errores ¿Cómo los va a corregir, si dicho edil ahora ocupa un cargo superior, además de que le debe la nominación? Por otra parte, quienes ocupan un cargo importante suelen tener la precaución de nombrar a su sucesor, que deberá “cubrirle las espaldas” como signo de gratitud por el favor recibido y condición de otros mayores. Es una historia que podríamos replicar al infinito para cualquier funcionario, a menos que se dé un cambio de partido, entonces ocurrirá que los nuevos funcionarios casi actúen en el extremo opuesto negando y abatiendo cuanto hayan hecho los anteriores, bueno o malo, por el sólo expediente de que eran del partido vencido, que al cabo la ciudadanía paga lo mismo las venganzas que las gratitudes de los políticos en funciones.

Si bien lo miramos no es otra cosa que una reedición del concepto porfiriano de la democracia, “yo nombro al candidato y el pueblo vota por él”, gracias a lo cual el candidato ha de vivir eternamente agradecido por la importante oportunidad que se le dio de acceder al poder

Si bien lo miramos no es otra cosa que una reedición del concepto porfiriano de la democracia, “yo nombro al candidato y el pueblo vota por él”, gracias a lo cual el candidato ha de vivir eternamente agradecido por la importante oportunidad que se le dio de acceder al poder y al dinero, por lo mismo, el pueblo que votó por él, ocupa un sitio subordinado en la escala del servicio.

Una reforma profunda de nuestro viciado sistema político exigiría la creación de una estructura de acceso a las candidaturas blindada frente a las gratitudes personales y su secuela de corruptelas e ineficiencias, de tal suerte que correspondiera a los partidos políticos presentar un listado de candidatos, hasta donde es posible bastante bien depurada, y que fuera una institución neutral en cierto modo anónima, la que decidiera quien deba contender en un proceso electoral.

La ciudadanía por su parte jamás debería votar dos veces seguidas por el mismo partido, a la vez que deberían crearse y fortalecerse instituciones sociales capaces de dar un seguimiento crítico a las decisiones del gobierno, que hasta la fecha, lo mismo si se trata de funcionarios emanados de partidos viejos que de los nuevos partidos, que con frecuencia no son otra cosa que la suma de todos los anteriores, siguen actuando como dueños y señores de la sociedad y de sus bienes, bajo todo tipo de pretextos y racionalizaciones.

armando.gon@univa.mx

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