Es una tradición que se adjudica la autoridad y que le da el derecho a una persona a que sus decisiones y caprichos se cumplan, como si se tratara de una orden. Podrá o no tener la razón, y muchas veces ni si quiera importa si lo que dice es justo o no, o verdadero y benéfico. Pero si lo dice, se tiene que cumplir, como si se tratara de una ley. Y se le tiene que obedecer, bajo la amenaza de recibir consecuencias punitivas si no se le obedece.La autoridad paterna se unió al machismo, para que la palabra del varón, fuera la dominante. Y todos a cumplirla sin cuestionar. “Porque soy tu padre”, se decía sin ninguna otra explicación. “En esta casa yo mando, y al que no le guste que se largue”. “Mientras que yo te mantenga, aquí mando yo”, señalaban con toda firmeza los papás. De esta manera muchos justificaron severos castigos a la esposa y a los hijos, por no someterse a su mandato.Se manejaban las cosas por medio del miedo, ni la razón, ni la justicia se ejercían con respeto. Se gritaba y regañaba al antojo del jefe. No existía apelación alguna, sólo el sometimiento incuestionable.Las esposas aceptaban este tipo de autoridad de parte del esposo era una costumbre muy extendida y respaldada moralmente.Las consecuencias podían llegar a la violencia extrema, con golpizas tanto a la esposa como a los hijos, especialmente cuando estaban bajo los efectos de la ira y el alcohol. Y nadie podía meterse en los asuntos familiares, pues era una intromisión inaceptable.Desde luego muchas mujeres vivían con miedo y atormentadas por todo tipo de maltratos, desde los insultos, la tortura emocional, la privación de la libertad y las limitaciones económicas.Aunque muchas amas de casa sintieran que sí eran las dueñas del hogar, en realidad vivían cumpliendo los deberes y obligaciones que la sociedad y el varón les asignaban. Casarse era una aceptación tacita a obedecer y atender al marido. Las mujeres se veían reducidas a cumplir su tarea sin disponer de su libertad.Así quedó establecido por años que el hombre es el que manda y gobierna, el dominio masculino se impuso.Sólo las mujeres con mucha inteligencia emocional y seguridad en sí mismas, pudieron sacudirse tal idea y hasta lograr ellas dominar al marido, sin que muchas veces el varón se diera cuenta plenamente de ello y ni siquiera sospecharan cómo se les aplicaba el mando. Ellos creían mandar y realmente no era así.