Intrigado por la retórica posición que el presidente López Obrador ha asumido en las últimas semanas, un amigo me preguntaba hace unos días, por qué o apoyo de dónde el mandatario se enfrenta a opiniones procedentes de Estados Unidos y lo llama como “injerencistas” o califica a parlamentarios europeos como “borregos entrometidos” cuando hacen referencia a algunas preocupaciones de la situación que se vive en México.La pregunta fue directa, ¿estará China o Rusia detrás de esto?Tiene sentido la interrogante, cuando la tendencia -a la distancia- que desde Palacio Nacional se percibe es que poco se soportan los comentarios de preocupación procedentes de Washington, como contrastan las insinuaciones de apertura y beneplácito cuando se habla de la relación que se tiene por ejemplo con Moscú.Si hablamos de antecedentes -de testimonios reales-, López Obrador tuvo una excelente relación con el expresidente Donald Trump -simpatizante de Vladimir Putin-, llegando a visitarlo en la capital estadounidense para intentar ayudarlo a conseguir el voto hispano en la campaña electoral donde buscaba la reelección. Y cuando Biden llegó a la presidencia, cambió el tono. Solo hay que recordar la aspereza y reclamo en la redacción de la primera carta de AMLO a Biden, donde -entre otras cosas- calificaba de “fabricación” la investigación que se realizaba sobre el general Cienfuegos por parte de la Administración del Control de Drogas.De las llamadas telefónicas que López Obrador ha sostenido a Washington y Moscú, con las de Biden solo las ha calificado de “cordiales” y ya, mientras que con Putin se extralimitó en elogios por los temas que trató y la apertura que mostró, calificando al estadistica ruso como “genuinamente afectuoso”.Hace exactamente un año, cuando un reporte de las fuerzas armadas estadounidenses se refería a la “diplomacia de las vacunas” que China y Rusia aplicaban con el envío de vacunas a algunos países -México, entre ellos- para combatir la pandemia, el presidente López Obrador dijo “compartimos el pan y sal” con todas las naciones, rechazando categóricamente que existieran intereses oscuros detrás de la entrega de vacunas.Contrastan las acciones de un supuesto ‘acercamiento extremo’, elogio y agradecimiento, con la postura que Rusia y China asumieron en el seno del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas en noviembre pasado, cuando López Obrador planteó un plan de fraternidad y bienestar. Ambos países rechazaron la propuesta y dijeron que “no es la instancia adecuada” además que pudiera “violar la soberanía de los países”.El mismo contraste se presenta cuando en la Cumbre de América del Norte -noviembre pasado- López Obrador hizo un llamado de advertencia cuando dijo que “si Estados Unidos, Canadá y Mexico no fortalecen su economía, China va a tener va a tener el dominio económico-comercial del mundo, y no lo consideramos conveniente”, provocando una reacción desde Pekín que decia “China no es una amenaza para México ni para la región”.Con motivo de la invasión de Rusia a Ucrania, México matizó - sorprendentemente- desde un principio la condena a la acción, a la vez ratificó que no impondrá sanciones económicas, causando extrañeza desde muchos rincones del mundo.Los hechos no nos hablan de una clara o abierta tendencia de Moscú y Pekín por llegar con sus tentáculos de forma agresiva a México o que López Obrador quiera congraciarse abiertamente. Hay muchos contrastes en la vida diplomática que confunden. Hay mensajes encontrados, muchos claroscuros en las intenciones y en las relaciones. Obvio es que rusos y chinos quieran hacer crecer sus intereses en todos los rincones del mundo, pero no posiblemente de una manera tan provocadora en el traspatio de Estados Unidos.Difícil contestar la pregunta de mi amigo. Lo que sí podemos asegurar, por los contrastantes antecedentes de los mismos hechos -en el caso de Rusia y China-, es que desde México se maneja una política al exterior, de la misma manera como sucede con las mañaneras en Palacio, que las cosas se hacen bajo el humor en el que se amanece, a lo que conviene en el momento o las ocurrencias que se tienen en la cotidiana improvisación. ¿Usted, qué opina? daniel.rodriguez@dbhub.net