Viernes, 26 de Abril 2024

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Que no te haga bobo Jacobo

Por: Jonathan Lomelí

Que no te haga bobo Jacobo

Que no te haga bobo Jacobo

La siguiente frase de Edmundo Jacobo Molina, secretario Ejecutivo del INE, sintetiza la ideología de una estirpe. Según declaró, tras la restitución de su cargo ordenada por un tribunal, se logró “restaurar la normalidad constitucional” en el país. También se le restauró su sueldo de 264 mil pesos mensuales luego de que el llamado “Plan B” de la reforma electoral eliminó su puesto.

Antes una acotación: la “normalidad constitucional” sería que el salario de 38% de los mexicanos alcance para comprar una canasta básica, cosa que no sucede (Inegi, 2022). Hay que desmontar la ideología nociva que subyace en figuras como Edmundo Jacobo, Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Adriana Favela, Roberto Ruiz… y en general la cúpula que dirige al INE.

Mientras López Obrador venera un pasado idealizado, la élite del INE totemiza un presente democrático ideal porque tenemos “elecciones libres”. Libres también de cualquier sentido de austeridad y autocrítica cuando esa libertad y pretendida equidad transita por el financiamiento turbio de las campañas electorales en donde por cada peso legal hay 15 ilegales (Dinero bajo la mesa, 2018). En esa dinámica pesa el poder económico y recientemente el crimen organizado. Pero nadie habla de eso.

Los consejeros tienen una visión heroica de sí mismos. Cada seis años nos recuerdan lo titánico e impecable de su trabajo “en las elecciones más grandes de nuestra historia”. Carecen, sobre todo, de autocrítica.

Ante el espejo, su labor está despojada de defectos, influencias partidistas, torpezas, titubeos o debilidades institucionales. Y lo que no funciona, no les corresponde, no está en sus facultades o simplemente no lo debaten.

Los rasgos autócratas de AMLO se convierten en rasgos acríticos en los consejeros. Y ambas son posturas antidemocráticas. Tan equivocado creer que la democracia sólo se practica el día que el ciudadano acude a votar como sugerir que consiste en un solo día cada seis años.

Cuando los consejeros hablan de “defender la democracia” parece que se refieren a una singularidad que ellos garantizan y encarnan. Hay que desdramatizar esta discusión y pluralizarla.

Los consejeros reciben un sueldo 30 veces superior al promedio de un mexicano. No pagan sus alimentos, sus viajes ni su gasolina; tienen un fondo de más de 143 mil pesos anuales para comidas fuera del Instituto y seguro privado de gastos médicos mayores. Tienen a su servicio choferes y asesores que cuestan más de un millón de pesos al año. Para la elaboración del informe final de su gestión como consejero Presidente del INE, Córdova pagó 4.4 millones de pesos a una consultora. El mismo consejero que junto con 123 altos funcionarios se opuso a bajarse el sueldo. El mismo que se llevará casi dos millones de pesos como compensación cuando concluya su encargo el próximo 3 de abril (los consejeros Murayama, Favela y Ruiz recibirán 1.6 millones de pesos cada uno también por el final de su periodo).

Hay que defender al INE del “Plan B” de AMLO, pero también hay que defenderlo del propio INE. Sin la solemnidad de quien asume un “encargo divino” para salvarnos de la tiranía. Yo defiendo al INE, no a Córdova, Murayama, Edmundo Jacobo y toda la estirpe que vive entre lujos y excesos.

De otra manera, cuál es la diferencia con un sistema de valores monárquico si contiene los mismos ingredientes: fastuosidad que los distingue y aleja de la plebe, y un designio divino que sacraliza su labor. Dirán que el puesto no es vitalicio (aunque usan triquiñuelas legales para alargar algunos años su encargo).

Pasamos de una “dictadura perfecta” del PRI durante 70 años a la “monarquía perfecta” encabezada por la cúpula del INE.    

jonathan.lomelí@informador.com.mx

Jonathan Lomelí

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